EPÍLOGO
Arlyn ve por la ventana, golpeando con su dedo el grueso vidrio sin llevar un ritmo en especial, solo escucha el ruido que provoca y trata de concentrarse en él lo suficiente para no recordar nada de lo ocurrido en los tiempos de ajuste. En las grandes manos que sujetaron su cabeza con firmeza y la obligaban a llevar más lejos aquel desagradable sabor, lastimando todo a su paso y haciéndola vomitar al final.
Cierra los ojos con fuerza y tiembla al sentir el escalofrío que le recorre la espalda, se lleva la mano derecha al cuello y se obliga a mantener el control, debe mantener la postura. Se tiene que recordar que ya salió de ese lugar, está a salvo.
— Arlyn, ¿estás bien? —la pregunta de Abraham le hace temblar, abriendo poco a poco los ojos— ¿Tienes frio? —hace una mueca, viendo el desértico paisaje.
— Mi chamarra está en el asi