Narrado por Dra. Emma Miller

Me despertó el peso.

No la luz, ni la alarma, sino un peso firme y posesivo sobre mi cintura. El brazo de Nick, despojado de toda rigidez, estaba anclado a mí. Yo estaba acurrucada contra su torso, mi rostro hundido en el lugar que olía a sudor, pasión, y un rastro de su colonia.

El Protocolo de Abstinencia estaba muerto.

Sentí un escalofrío de culpa y una oleada de calor que no era solo física. Era la resaca emocional, el peso de haber cedido al deseo que juré que odiaba. Él había ganado el juego más peligroso: había roto mi barrera emocional y legal.

Me liberé de su agarre con la lentitud y el cuidado de una ladrona. Él gruñó levemente, pero no se despertó. Era la imagen de la paz, un hombre que había encontrado el ord