—Buenas noches Sr Paulini, ¿Cómo le va? —Sus palabras están cargadas de completo sarcasmo.
—¿C-cómo e-está Inés? —tartamudea.
La voz detrás de Inés, la distrae de sus intenciones, mientras Antonella le dice a la enfermera, con los ojos abiertos que no lo delate aún.
—Inés —Estefanía la interrumpe— El doctor necesita hablar contigo.
La tensión puede sentirse en todos y cada uno de ellos.
—Con permiso debo seguir trabajando. Fue un gusto verlo, Sr Paulini —Se da la media vuelta y regresa a la sala de emergencias.
—¿La conoces? —pregunta ahora Antonella.
—S-sí, es una antigua conocida —responde.
Antonella exhala un profundo suspiro. El nivel de descaro de su esposo la perturba a tal punto, que se cuestiona si todas aquellas historias que le contó sobre el abandono de su esposa y su hijo, fueron reales.
La pelirrubia se acerca a su padre para informarle sobre la situación de la niña y pedirle que sea él quien la lleve hasta su casa. Aunque Mauro no sabe que ella está al t