Cora.-
El ambiente en la habitación era muy denso, podía notar la indignación de mis padres al no contarles sobre el chantaje de Rob y no se imaginan la peor parte.
Sin embargo, para mí eso estaba en segundo plano ¿Qué no veían que me había quedado inválida?
El medico hablaba y hablaba, pero mi cerebro no procesaba ninguna de sus palabras, ¿han visto Charlie Brown? ¿Cuándo la maestra hablaba y no se entendía nada?
Así estaba yo, tenía la mirada fija en mis piernas, nadie estaba viendo el esfuerzo que hacía por darle la orden a mi cerebro para que se movieran, por lo menos uno de mis dedos, pero nada.
El crujir de la puerta, me hizo desviar mis ojos, era una enfermera entrando con lo que considero ahora mi peor pesadilla, una silla de ruedas. Verla es igual de doloroso que un puñal clavándose en mi carne incrustándose lentamente.
— ¡LLEVENSE ESA MIERDA DE AQUÍ! –estallé con la mirada de todos sobre mí–. ¡DIJE QUE SE LA LLEVEN!
— Hija cálmate, no puedes alterarte así.
— ¡¿No escuc