El sol comenzaba a ponerse sobre la ciudad, pintando el cielo con tonos cálidos que se reflejaban sobre los edificios y tejados. Clara y Lucas se encontraban en la terraza de su hogar, disfrutando de la calma que precede a la llegada de un gran cambio. Un suave viento de verano agitaba las cortinas, y el aroma a flores del jardín se mezclaba con la brisa marina que llegaba desde la costa cercana. Clara acariciaba su vientre, sintiendo cada movimiento de su pequeño bebé y recordando los meses que la habían llevado hasta ese momento. Era difícil creer que, después de tanta espera y preparación, el día que tanto había soñado estaba finalmente cerca.

El parto ya no parecía tan lejano. Clara había logrado avanzar en sus proyectos profesionales, había disfrutado de los pequeños logros de su carrera, pero había algo que siempre ocupaba sus pensamientos: la llegada de su hijo. Cada día que pasaba se sentía más preparada, no solo como escritora o como mujer, sino como madre. Sabía que su vida