Los vítores aún resonaban cuando Aurora y Damian se pusieron de pie en medio del círculo, con las manos fuertemente entrelazadas. La luz de la luna los iluminaba, como si bendijera el nuevo juramento que acababan de proclamar. Leon se aferraba a sus piernas desde el centro, su rostro resplandecía de felicidad.
—Ahora sí somos realmente una familia, ¿verdad? —preguntó en un susurro.
Aurora bajó la mirada, encontrando los ojos del niño.
—Siempre hemos sido una familia, cariño. Pero desde esta noche, nada podrá separarnos otra vez.
Cuando la ceremonia terminó, los miembros de la White Pack fueron rindiendo honores uno por uno. Valerie, la Beta leal de Aurora, fue la última en acercarse. Se inclinó levemente y sonrió a Aurora.
—Bienvenida de nuevo como pareja verdadera. Te mereces un final en paz.
—Esto no es un final, Valerie. Es solo el comienzo.
Unas noches después, la vida en la sede de la White Pack transcurría con mayor tranquilidad. Las amenazas externas habían disminuido y la polí