Diego miró a Melinda que ahora se había quedado congelada en su lugar. La mujer parecía conmocionada por la noticia que había escuchado. Su mirada vacía estaba llena de arrepentimiento. Diego sabía claramente lo que Melinda sentía. Se sentía culpable.
"¿Qué pasa, Señora? ¿Parece muy conmocionada?"
"Emmm, por supuesto. Era uno de nuestros hombres", respondió Melinda.
"¿Uno de nuestros hombres? Tal vez quiere decir, uno de sus hombres".
Melinda miró a Diego con una mirada sarcástica. En su interior sentía miedo y alivio al mismo tiempo.
"Sea lo que sea, debemos ir al funeral. Darle una compensación a su familia".
"Por supuesto, Señora".
El funeral se desarrolló de forma dramática, donde el cuerpo que estaba dentro del ataúd estaba a punto de ser introducido en la tumba. Su esposa aullaba arañando la superficie del objeto que envolvía el cuerpo de su marido. Su hijo de 10 años parecía llorar desconsoladamente bajo el abrazo de sus familiares. Diego se sintió afligido por ello.
Luego los