Lolita se desplomó en el asiento trasero. De todas las cosas aterradoras del mundo, lo que estaba viendo ahora era mucho más horrible.
En lugar de encontrar un tesoro, Lolita vio una pila de armas completas. ¿De quién serían si no del dueño de la casa? La pregunta era:
¿Quién era realmente Diego?
Lolita permaneció en silencio en la habitación durante un tiempo considerable. Permaneció allí, pero su mente estaba en otra parte. Pensaba en Diego. Era un hombre que lo tenía todo. Pero, ¿por qué trabajaba para Melinda, quien en realidad no era más rica que él?
Sin embargo, lo que más le preguntaba Lolita era: ¿cuál era su propósito al encerrarla allí? Si solo era por el asunto de Candra, ¿no lo había explicado ya?
Pero, ¿a quién le importaba? Ese hombre no la liberaría aunque llorara sangre. Lo importante ahora era escapar de allí. Lolita miró las armas. Había aprendido a disparar antes.
Tomó un arma; pensó que necesitaba algo para protegerse. La guardó en el bolsillo de su vestido. Perman