De madrugada, Lolita despertó. La sequedad en su garganta la obligó a levantarse de la cama. Al salir de su habitación, otra figura apareció desde la dirección opuesta.
Diego, con su traje negro, se deslizó sin darse cuenta de que alguien lo observaba.
"¿A dónde irá a estas horas?", pensó Lolita, tan concentrada en Diego que olvidó su propio propósito. Un toque en su hombro la sobresaltó y la hizo exclamar.
¡Santo cielo! Hans, me has asustado. —Se llevó una mano al pecho.
"¿Qué haces a estas horas?", preguntó Hans.
"Yo...", Lolita miró hacia donde había visto a Diego, pero ya no estaba. El rugido de un motor se alejó del patio. Hans también lo escuchó.
"Tenía sed, pero vi a Diego salir. ¿Sabes adónde fue?", preguntó Lolita.
"¿Pareces muy curiosa?", dijo Hans con tono pícaro. Lolita, sonrojándose, respondió:
"¡No!"
"Bueno, tampoco importa." Hans pasó junto a Lolita. "Dijiste que tenías sed."
"Sí, iré a la cocina." Lolita siguió a Hans, quien caminaba delante de ella.
"¿Te gusta el té d