Diego retiró la mano, la preocupación era evidente en su rostro. Por un instante, experimentó un pánico inmenso. Luego, salió para informar a Hans, quien ya se encontraba afuera.
"Regresamos a la ciudad."
"¿Qué? ¿Por qué?" Hans se mostró evidentemente sorprendido por el cambio repentino de planes.
"Lolita tiene fiebre."
El doctor Damar sintió extrañeza al ser llamado a altas horas de la noche. No es que careciera de trabajo; la responsabilidad como jefe del hospital recaía sobre sus hombros. Sin embargo, Diego lo consideraba un médico disponible fuera de horario. De no ser por su amistad, el doctor Damar también se habría negado.
Al entrar, lo primero que vio fue a una hermosa joven, pálida y débil, tendida sobre una cama. Una gruesa manta cubría parte de su cuerpo, una pequeña toalla reposaba sobre su cabeza. Lo que sorprendió al doctor Damar fue la expresión extraña en el rostro de Diego; no era el Diego que conocía.
"¿Qué sucede?"
"¿Si te lo pregunto, entonces cuál es tu función?"