En el preciso instante en que Diego encontró a Lolita, sintió algo moverse en sus partes íntimas. Algo debajo de su camisa, en su pecho, como si le estuvieran golpeando repetidamente, latiéndole sin cesar.
Lolita era como un hada; su largo cabello ondeaba maravillosamente, mientras que su piel era blanca y radiante. Un hombre normal al verla, sin duda, se enamoraría.
Quizás eso fue lo que provocó a Diego por primera vez, lo que lo llevó a hacerle eso a Lolita.
"Es como una rosa recién florecida". Su corazón murmuró inconscientemente. Si Lolita fuera una flor, Diego sería el abejorro que succionó su néctar.
Diego negó rápidamente con la cabeza. Inmediatamente borró sus pensamientos absurdos. Luego, con una expresión desagradable, se acercó a Lolita. Tenía la intención de sorprenderla, pero un ataque repentino lo paralizó.
"¡Awwwh!" Un grito salió de los labios de Lolita, recordándole a Diego los sonidos de esa noche. "¿Tú? ¿Qué haces aquí de repente?"
Las palabras de Lolita hicieron qu