“¡Oye, qué vas a hacer!”
Lolita se sobresaltó. Sus ojos se abrieron completamente al ver la figura que se erguía tras los barrotes. Su mirada estaba vacía, dirigida hacia el hombre. Su cuerpo estaba congelado, pero el movimiento de sus manos continuaba.
¡Sraattt!
Lolita cerró los ojos al sentir la sensación de un objeto afilado cortando su piel y carne. Hans gritó, el movimiento de sus manos para abrir el candado se detuvo.
Demasiado tarde.
Lolita esbozó una sonrisa antes de que su cuerpo se derrumbara en el frío suelo.
“¡Lolita!”, gritó Hans. Con la velocidad de un rayo, abrió el candado y entró corriendo. Se quitó la camisa que le apretaba el cuerpo, dejando solo una camiseta de manga corta.
Vendó la muñeca de Lolita, que seguía sangrando. "¡Mierda!", maldijo Hans en voz alta.
Sacó su teléfono del bolsillo del pantalón y llamó a Diego.
Diego estaba a punto de salir a la terraza cuando su teléfono sonó. El nombre de Hans aparecía en la pantalla; Diego respondió inmediatamente.
"Hola.