POV de DiegoAdriana estaba frente a mí, con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión que era una mezcla de desafío y agotamiento. Todo lo que habíamos soportado—traición, pérdida, engaño—pesaba entre nosotros como una tormenta invisible.—No sé si puedo seguir con esto, Diego —dijo, su voz quebrada.Sus palabras me golpearon más fuerte de lo que quería admitir.—Adriana——No —me interrumpió, sacudiendo la cabeza—. Sigues diciendo que todo mejorará. Que tienes el control. Pero cada vez que intento confiar en ti, termino sufriendo las consecuencias.Exhalé con fuerza, pasando una mano por mi rostro.—Nunca quise que te lastimaras.—Pero lo estoy —su voz se quebró aún más—. Y no sé cuánto más podré soportarlo.El silencio se extendió entre nosotros, pesado y sofocante. Vi el dolor en sus ojos, el amor que aún quedaba pero que estaba teñido de duda.Di un paso cauteloso hacia ella.—Te necesito, Adriana. Eres la única que me mantiene con los pies en la tierra.Desvió la mirada,
POV de DiegoEl sol se ocultaba en el horizonte, proyectando un resplandor anaranjado sobre la ciudad. Desde la ventana de mi oficina, observé el paisaje con una mezcla de alivio y cansancio. La guerra había terminado. Habíamos ganado.Pero, ¿a qué costo?La empresa estaba en proceso de reconstrucción, las piezas rotas volviendo a encajar poco a poco. Sin embargo, no se podía decir lo mismo de mí.Nancy había sido eliminada del tablero. Sus aliados, desmantelados. Pero la batalla había dejado cicatrices en todos nosotros, en especial en Adriana.Suspiré y me pasé una mano por el rostro. Desde que todo terminó, ella se había alejado. No físicamente, pero algo en su mirada, en su forma de hablarme, había cambiado.Como si ya no supiera quién era yo.***Aquella noche, la encontré en la biblioteca, sentada con un libro en las manos. No estaba leyendo. Solo lo sostenía, perdida en sus pensamientos.—¿Puedo sentarme? —pregunté.Ella levantó la mirada, sus ojos oscuros evaluándome antes de a
POV de Adrianaón, pero la otra seguía alerta.—¿Qué tan mal está la situación?Diego soltó mi mano y se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas.—Bastante mal. Si este cabrón consigue lo que quiere, podría hundir la compañía.Suspiré y me masajeé las sienes.—Dime qué necesitas que haga.Diego me miró, sorprendido.—¿Estás segura?Asentí con firmeza.—Si vamos a hacer esto juntos, más vale que me prepares para lo que viene.Diego sonrió de lado, y por un instante, vi un destello del hombre del que me enamoré por primera vez.**Las siguientes semanas fueron una montaña rusa de reuniones, estrategias y momentos de tensión en los que parecía que todo se derrumbaría.Y no solo en el negocio.La presión empezó a afectarnos.—No puedes simplemente ignorarme cuando te pregunto algo, Diego —le solté una noche después de una discusión sobre su equipo legal.Él se frotó la nuca, frustrado.—No lo hago a propósito, Adriana. Solo… hay demasiadas cosas pasando al mismo tiempo.
POV de AdrianaLa brisa nocturna se deslizaba entre los balcones de nuestra casa en la costa, cargada con la sal del mar y una quietud extrañamente reconfortante. Diego y yo nos habíamos acostumbrado a vivir al borde del peligro, siempre listos para la próxima emboscada, el próximo golpe. Pero esa noche, por primera vez en mucho tiempo, sentíamos que podíamos respirar.Hasta que llamaron a la puerta.Diego intercambió una mirada rápida conmigo antes de levantarse. Siempre llevaba un arma oculta, incluso en casa. No era paranoia, sino experiencia.—Quédate aquí —dijo con voz firme.Lo ignoré, por supuesto, siguiéndolo hasta la entrada. Abrió la puerta con cautela y se quedó inmóvil al ver quién estaba al otro lado.—¡Mierda! ¡Esto sí que es una sorpresa!Reconocí la voz antes de ver su rostro. Era Marco Santoro, un antiguo socio de la familia, alguien que había desaparecido cuando los conflictos internos empezaron a escalar. Nunca supe si había huido por miedo o porque tenía mejores opo
POV de DiegoMe apoyé en la barandilla del balcón, mirando la ciudad debajo de mí, dejando que el murmullo silencioso de la noche se asentara en mi interior. El aire olía a lluvia, y a lo lejos, el parpadeo tenue de las farolas me recordaba que la vida afuera seguía su curso. Pero para mí, para Adriana, todo había cambiado.Nancy estaba fuera de la ecuación. Su influencia, sus amenazas, su sombra constante sobre nuestras vidas... borradas. Debería sentirme aliviado, incluso victorioso. En cambio, todo lo que podía pensar era: ¿y ahora qué?Detrás de mí, Adriana se movió en la cama. Me giré, observando el suave ascenso y descenso de su pecho mientras dormía. Tranquila. Hacía demasiado tiempo que no la veía así. Si nada más valía la pena, al menos eso sí lo hacía.Pero ahora que la pelea había terminado, tenía que aprender a vivir sin una.La mañana llegó más rápido de lo que quería. Para cuando me levanté de la cama, el sol ya iluminaba las cortinas y el aroma del café llenaba la habita
POV de AdrianaEl camino de regreso a casa fue silencioso, pero no incómodo. Diego conducía con una mano en el volante y la otra descansando sobre mi muslo, su pulgar trazando círculos suaves sobre mi piel. Era su forma de recordarme que estaba ahí, que no importaba lo que sucediera, él seguiría a mi lado.Miré por la ventana, observando cómo el paisaje pasaba de las montañas a la ciudad. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba tomando la decisión correcta.—¿En qué piensas? —preguntó Diego, su voz profunda rompiendo el silencio.—En nosotros —respondí honestamente—. En todo lo que hemos pasado. En lo que sigue.Diego apretó un poco más mi muslo.—No tenemos que tener todas las respuestas ahora, Adriana. Solo sé que quiero esto. Quiero estar contigo y construir algo nuevo.Lo miré y vi la determinación en sus ojos oscuros. Era lo que siempre había querido: un futuro con Diego, sin las sombras del pasado acechándonos.—Cuando llegamos a casa, me sorprendió lo familiar que se
POV de DiegoEl sonido de las olas rompiendo en la orilla me despertó antes del amanecer. Adriana dormía a mi lado, su respiración tranquila, su rostro relajado bajo la tenue luz que se filtraba por la ventana. Era en momentos como este cuando realmente comprendía lo lejos que habíamos llegado.Solía pensar que la vida que llevábamos era inescapable, que siempre estaríamos atrapados en un ciclo interminable de violencia y represalias. Pero ahora, por primera vez en años, sentía que habíamos encontrado un camino distinto.Con cuidado, me levanté de la cama y salí al balcón. El aire salado me llenó los pulmones mientras observaba el horizonte, donde los primeros destellos de luz comenzaban a teñir el cielo de tonos dorados y naranjas.Nuestros planes estaban en marcha. Cerramos todos los negocios que nos ataban al pasado, vendimos propiedades estratégicas y cortamos los últimos lazos con la vida que una vez conocimos. Pero todavía quedaban cosas por hacer.—¿No puedes dormir? —La voz de
POV de AdrianaEl sol comenzaba a teñir el horizonte de tonos dorados mientras Diego y yo nos alejábamos de la ciudad que había sido testigo de nuestros mayores desafíos. Nuestros dedos entrelazados simbolizaban la promesa de un futuro libre de sombras, al menos eso creíamos. Habíamos luchado contra el peso de nuestro pasado, vencido miedos y reconstruido nuestra confianza, pero la vida siempre guarda una carta inesperada bajo la manga.Nuestra llegada a la pequeña cabaña en la playa marcaba el inicio de nuestra nueva vida. Diego había insistido en que necesitábamos un lugar apartado, lejos del ruido, donde podríamos encontrarnos a nosotros mismos sin interferencias. Yo estaba de acuerdo. Por primera vez en mucho tiempo, respiré con tranquilidad, convencida de que la tormenta había quedado atrás. Sin embargo, la paz fue efímera.La primera noche en nuestro nuevo hogar, Diego encontró una carta escondida entre las pocas pertenencias que había traído de la casa de su infancia. El sobre a