POV de AdrianaLa llamada anónima me dejó helada. Pensé que la pesadilla había terminado con la caída de Fernando y Esteban, pero ahora entendía que solo habíamos arañado la superficie. Había más traidores entre nosotros, acechando en la oscuridad, esperando el momento perfecto para atacar.Me costó unos segundos recuperar la calma. Respiré hondo, intentando controlar el temblor en mis manos mientras miraba la pantalla de mi teléfono. No había número registrado, ninguna pista que pudiera seguir. Pero las palabras de la mujer resonaban en mi mente.Si realmente quieres proteger a Diego, tienes que descubrirlo antes de que sea demasiado tarde.Mi primera reacción fue contarle todo a Diego, pero algo en mi interior me hizo dudar. Él ya estaba en el límite, consumido por la paranoia tras la traición de Fernando. Si le decía que aún había más enemigos ocultos en la familia, su desconfianza se convertiría en una obsesión peligrosa.Decidí investigarlo por mi cuenta.Durante los siguientes dí
POV de DiegoEl eco de mis propios pasos resonaba en el piso de mármol mientras recorría los pasillos vacíos de la mansión. Había pasado tantas noches en vela planeando, calculando cada movimiento, asegurándome de que nadie pudiera amenazarme, que nunca me detuve a pensar en lo que realmente estaba perdiendo. Pero ahora, el silencio se sentía diferente. No era el silencio del poder, sino el de la soledad.Adriana se había ido.No de manera definitiva, pero sí lo suficiente como para hacerme sentir su ausencia como un vacío insoportable. Se había marchado sin decir adónde, sin dejar una nota, sin la promesa de volver. Y yo sabía por qué.Había soportado demasiado.Había sido testigo de cada traición, de cada golpe que me daba este mundo. Se había quedado a mi lado aun cuando todos le advertían que conmigo solo encontraría sufrimiento. Pero ahora, después de todo lo que había pasado, después de que Joaquín revelara su traición, después de que cada pieza del ajedrez se moviera en nuestra
POV de AdrianaLa lluvia golpeaba el ventanal de mi oficina, cada gota repiqueteando con una monotonía que reflejaba el peso en mi mente. Estaba solo, con la única compañía de un vaso de whisky medio lleno y un cigarro apagado entre mis dedos. Nunca fui fumador, pero últimamente sentía la necesidad de sostener algo entre las manos, como si eso pudiera anclarme a la realidad que se desmoronaba a mi alrededor.Nancy.Su traición había sido el golpe más inesperado. Podía tolerar enemigos declarados, incluso rivales encubiertos, pero alguien de mi propia familia... alguien a quien protegí, en quien confié, en quien creí...Golpeé el escritorio con el puño, dejando escapar una maldición.—Sigues aquí.Levanté la vista. Andrés estaba en la puerta, con los hombros tensos y una mirada cautelosa.—No me iré hasta que esto termine —dije, dándole un trago al whisky—. ¿Alguna novedad?Él asintió y entró en la oficina, dejando un expediente sobre mi escritorio.—La encontramos.El aire pareció volv
POV de DiegoAdriana estaba frente a mí, con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión que era una mezcla de desafío y agotamiento. Todo lo que habíamos soportado—traición, pérdida, engaño—pesaba entre nosotros como una tormenta invisible.—No sé si puedo seguir con esto, Diego —dijo, su voz quebrada.Sus palabras me golpearon más fuerte de lo que quería admitir.—Adriana——No —me interrumpió, sacudiendo la cabeza—. Sigues diciendo que todo mejorará. Que tienes el control. Pero cada vez que intento confiar en ti, termino sufriendo las consecuencias.Exhalé con fuerza, pasando una mano por mi rostro.—Nunca quise que te lastimaras.—Pero lo estoy —su voz se quebró aún más—. Y no sé cuánto más podré soportarlo.El silencio se extendió entre nosotros, pesado y sofocante. Vi el dolor en sus ojos, el amor que aún quedaba pero que estaba teñido de duda.Di un paso cauteloso hacia ella.—Te necesito, Adriana. Eres la única que me mantiene con los pies en la tierra.Desvió la mirada,
POV de DiegoEl sol se ocultaba en el horizonte, proyectando un resplandor anaranjado sobre la ciudad. Desde la ventana de mi oficina, observé el paisaje con una mezcla de alivio y cansancio. La guerra había terminado. Habíamos ganado.Pero, ¿a qué costo?La empresa estaba en proceso de reconstrucción, las piezas rotas volviendo a encajar poco a poco. Sin embargo, no se podía decir lo mismo de mí.Nancy había sido eliminada del tablero. Sus aliados, desmantelados. Pero la batalla había dejado cicatrices en todos nosotros, en especial en Adriana.Suspiré y me pasé una mano por el rostro. Desde que todo terminó, ella se había alejado. No físicamente, pero algo en su mirada, en su forma de hablarme, había cambiado.Como si ya no supiera quién era yo.***Aquella noche, la encontré en la biblioteca, sentada con un libro en las manos. No estaba leyendo. Solo lo sostenía, perdida en sus pensamientos.—¿Puedo sentarme? —pregunté.Ella levantó la mirada, sus ojos oscuros evaluándome antes de a
POV de Adrianaón, pero la otra seguía alerta.—¿Qué tan mal está la situación?Diego soltó mi mano y se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas.—Bastante mal. Si este cabrón consigue lo que quiere, podría hundir la compañía.Suspiré y me masajeé las sienes.—Dime qué necesitas que haga.Diego me miró, sorprendido.—¿Estás segura?Asentí con firmeza.—Si vamos a hacer esto juntos, más vale que me prepares para lo que viene.Diego sonrió de lado, y por un instante, vi un destello del hombre del que me enamoré por primera vez.**Las siguientes semanas fueron una montaña rusa de reuniones, estrategias y momentos de tensión en los que parecía que todo se derrumbaría.Y no solo en el negocio.La presión empezó a afectarnos.—No puedes simplemente ignorarme cuando te pregunto algo, Diego —le solté una noche después de una discusión sobre su equipo legal.Él se frotó la nuca, frustrado.—No lo hago a propósito, Adriana. Solo… hay demasiadas cosas pasando al mismo tiempo.
POV de AdrianaLa brisa nocturna se deslizaba entre los balcones de nuestra casa en la costa, cargada con la sal del mar y una quietud extrañamente reconfortante. Diego y yo nos habíamos acostumbrado a vivir al borde del peligro, siempre listos para la próxima emboscada, el próximo golpe. Pero esa noche, por primera vez en mucho tiempo, sentíamos que podíamos respirar.Hasta que llamaron a la puerta.Diego intercambió una mirada rápida conmigo antes de levantarse. Siempre llevaba un arma oculta, incluso en casa. No era paranoia, sino experiencia.—Quédate aquí —dijo con voz firme.Lo ignoré, por supuesto, siguiéndolo hasta la entrada. Abrió la puerta con cautela y se quedó inmóvil al ver quién estaba al otro lado.—¡Mierda! ¡Esto sí que es una sorpresa!Reconocí la voz antes de ver su rostro. Era Marco Santoro, un antiguo socio de la familia, alguien que había desaparecido cuando los conflictos internos empezaron a escalar. Nunca supe si había huido por miedo o porque tenía mejores opo
POV de DiegoMe apoyé en la barandilla del balcón, mirando la ciudad debajo de mí, dejando que el murmullo silencioso de la noche se asentara en mi interior. El aire olía a lluvia, y a lo lejos, el parpadeo tenue de las farolas me recordaba que la vida afuera seguía su curso. Pero para mí, para Adriana, todo había cambiado.Nancy estaba fuera de la ecuación. Su influencia, sus amenazas, su sombra constante sobre nuestras vidas... borradas. Debería sentirme aliviado, incluso victorioso. En cambio, todo lo que podía pensar era: ¿y ahora qué?Detrás de mí, Adriana se movió en la cama. Me giré, observando el suave ascenso y descenso de su pecho mientras dormía. Tranquila. Hacía demasiado tiempo que no la veía así. Si nada más valía la pena, al menos eso sí lo hacía.Pero ahora que la pelea había terminado, tenía que aprender a vivir sin una.La mañana llegó más rápido de lo que quería. Para cuando me levanté de la cama, el sol ya iluminaba las cortinas y el aroma del café llenaba la habita