POV de Diego
La sala de juntas estaba en silencio absoluto, solo interrumpido por el rítmico golpeteo de mis dedos contra la mesa de madera oscura. La tensión flotaba en el aire como una tormenta a punto de estallar. Sabía que alguien dentro de mi círculo de confianza me había traicionado, pero no podía demostrarlo aún. Cada mirada, cada palabra dicha en los últimos meses cobraba un nuevo significado en mi mente, piezas de un rompecabezas que se armaba con cada movimiento calculado de mis enemigos.
Adriana, mi esposa, había sido la primera en notar que algo no cuadraba. Su intuición era un arma afilada, y ahora trabajaba en las sombras, siguiendo rastros que yo, atrapado en el campo de batalla empresarial, no podía permitirme buscar. Me mantenía informado con susurros en la oscuridad, con mensajes codificados que solo nosotros comprendíamos.
La traición se materializó en la forma de Manuel, mi mano derecha desde hacía más de una década. Su rostro impasible y su sonrisa calculada ahora