POV de Adriana
La tensión en la casa se podía cortar con un cuchillo. Diego estaba en la oficina, revisando documentos, haciendo llamadas, preparando lo que él llamaba "el golpe final". Yo lo observaba desde la puerta, los brazos cruzados, tratando de contener la frustración que me hervía por dentro.
—¿Vas a decirme qué estás planeando o sigues en tu papel de lobo solitario? —pregunté finalmente.
Diego levantó la vista de los papeles y suspiró, pasando una mano por su cabello desordenado.
—No es el momento, Adriana.
—No es el momento, no es el momento… Llevas semanas diciendo lo mismo.
Caminé hacia él y coloqué las manos sobre el escritorio, obligándolo a mirarme.
—Nancy no se va a detener porque sigas enterrado en estos papeles. Y tampoco vamos a salir de esto si sigues tratándome como si no pudiera manejarlo.
Diego cerró los ojos un segundo, como si estuviera buscando paciencia.
—No te estoy dejando fuera, Adriana.
—¿Ah, no? ¿Entonces por qué me siento así?
Él se quedó en silencio. M