POV de AdrianaLa tensión en el aire era sofocante. Podía sentir cómo la habitación se hacía más pequeña a mi alrededor mientras miraba a Diego, quien sostenía unos documentos con una expresión de pura incredulidad. Su mandíbula estaba tensa, sus ojos oscuros recorriendo las palabras una y otra vez, como si no pudiera creer lo que estaba leyendo.—No puede ser… —murmuró, su voz apenas un susurro cargado de furia contenida.—¿Qué pasa? —pregunté, dando un paso hacia él.Diego levantó la mirada hacia mí, y en sus ojos vi algo más que enojo: vi dolor.—Nancy… —Respiró hondo, intentando controlar sus emociones—. No solo nos traicionó ahora. Nos ha estado traicionando desde hace años.Mi estómago se hundió.—¿Qué quieres decir?Él dejó caer los documentos sobre la mesa con un golpe seco. Me acerqué lentamente y miré las páginas. Eran contratos, cuentas bancarias, transferencias de dinero… nombres que reconocía y otros que no. Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras mi mente trataba d
POV de DiegoLa tensión en el aire era insoportable. Sabía que se avecinaba un movimiento grande, un golpe que tenía el potencial de cambiarlo todo, pero la cuestión era simple: ¿lo vería venir a tiempo?Me encontraba en la sala de reuniones de mi empresa, observando a los socios e inversores que esperaban mi decisión. Desde afuera, cualquiera diría que era un simple encuentro de negocios, pero yo sabía que era algo más. Esto era una guerra disfrazada de negociaciones.—Señores, creo que todos sabemos por qué estamos aquí —dije con calma, cruzando los dedos sobre la mesa—. Los últimos ataques contra la empresa no han sido accidentes ni coincidencias.Los murmullos comenzaron de inmediato. Algunos rostros mostraban sorpresa, otros solo interés. Pero había un par de miradas que intentaban no reaccionar, y esos eran los que más me interesaban.—¿Qué sugieres, Diego? —preguntó Ricardo, uno de los inversores más antiguos.—Sugiero que miremos a nuestro alrededor y nos preguntemos quién tien
POV de DiegoLa tensión en la habitación era palpable. Mis aliados más leales estaban reunidos, sus rostros serios, sus miradas llenas de determinación, pero también de incertidumbre. Sabían que esta noche marcaría un antes y un después en nuestras vidas.Me apoyé en la mesa de la sala de reuniones y recorrí con la vista a cada uno de ellos.—No hay margen de error —dije con voz firme—. Hemos trabajado demasiado para llegar hasta aquí. Nos han atacado desde las sombras, han intentado destruirnos, y esta es nuestra oportunidad de cerrar este capítulo de una vez por todas.Adriana estaba a mi lado, su mano descansando sobre la mía por un breve momento antes de apartarla. Sabía que estaba tan preocupada como yo, pero su lealtad era inquebrantable.Robert fue el primero en hablar.—Todos estamos contigo, Diego. Pero tenemos que ser inteligentes. Ellos tienen ventaja en los números y en los recursos.—Nosotros tenemos algo mejor —dije, apoyándome más en la mesa—. Conocemos sus debilidades.
POV de DiegoEl sol de la mañana se filtraba por las enormes ventanas de mi oficina mientras observaba la ciudad despertar. Después de todo lo que habíamos pasado, todo el caos, las traiciones y las luchas, finalmente teníamos un respiro. Adriana y yo habíamos ganado la batalla, no solo contra nuestros enemigos, sino también contra las dudas y los miedos que nos habían perseguido durante tanto tiempo.El negocio de la familia estaba en proceso de recuperación. Habíamos logrado estabilizar las finanzas, recuperar clientes y, lo más importante, limpiar la empresa de aquellos que solo querían destruirnos desde adentro. Sin embargo, aún quedaba mucho trabajo por hacer.Escuché el sonido de unos tacones acercándose y, antes de que pudiera girarme, Adriana entró en la oficina con una taza de café en la mano.—Pensé que podrías necesitar esto —dijo, dejándolo sobre mi escritorio.Le dediqué una sonrisa, agradecido por el gesto.—Eres la única razón por la que sigo de pie.Ella rió suavemente,
POV de AdrianaTodo comenzó con pequeñas advertencias: rumores en el mundo de los negocios, socios que de repente se volvieran esquivos, llamadas anónimas a las oficinas de Diego. Pero no tardó en hacerse evidente que ella había vuelto con una misión: destruir todo lo que habíamos construido.Una noche, mientras cenábamos en casa, Diego recibió un mensaje. Vi cómo su expresión se endurecía, sus mandíbulas apretadas en una mueca de pura furia.—¿Qué pasa? —pregunté, con una ansiedad que se enroscó en mi estómago.—Es Nancy —respondió con voz baja, contenida. Me pasó el teléfono. En la pantalla había una imagen de nuestra empresa, con las palabras "Nada es para siempre" pintadas en rojo en la entrada.Me quedé sin aliento.—No puede ser… —susurré.—Oh, sí puede —Diego se puso de pie de un salto—. Y nos está declarando la guerra.El día siguiente, las cosas se pusieron peor. Nancy no solo estaba enviando amenazas, también estaba atacando donde más dolía. Dos de los socios de Diego rompier
POV d DiegoEl sol aún no había salido completamente cuando me desperté con el sonido de mi teléfono vibrando sobre la mesa de noche. Estiré la mano y lo tomé, entrecerrando los ojos para ver la pantalla. Un mensaje."Nos vemos en una hora. La información que necesitas estará lista."Mi mandíbula se tensó. Era el contacto de Adriana, la persona con la que se había reunido a mis espaldas. Me senté en la cama y miré hacia mi lado, donde Adriana dormía profundamente. No podía culparla por haber actuado sola, pero tampoco podía ignorar la molestia que sentía por haberme dejado fuera de esto.Me levanté con cuidado, tratando de no despertarla, y me dirigí al baño. El reflejo en el espejo mostraba un rostro más cansado del que recordaba. Nancy había vuelto a nuestras vidas con más fuerza que nunca, y aunque habíamos ganado muchas batallas, sentía que la guerra aún estaba lejos de terminar.Para cuando bajé a la cocina, Adriana ya estaba despierta, esperándome con los brazos cruzados.—¿Vas a
POV de DiegoEl humo de los cigarros flotaba en el aire, mezclándose con la tensión en la sala. Cada rostro en la mesa reflejaba la misma determinación feroz, pero también algo más: desconfianza. No podía culparlos. Después de todo lo que habíamos pasado, confiar era un lujo que ya no podíamos darnos.—Nancy no está sola —dije, rompiendo el silencio—. Y si queremos acabar con esto, tenemos que estar preparados para lo peor.Adriana, sentada a mi derecha, cruzó los brazos sobre su pecho. No había dicho una palabra desde que entramos, pero su mirada lo decía todo. Estaba preocupada, y aunque no lo decía, también dudaba de todo esto. De mí.Antes de que alguien pudiera responder, la puerta del salón se abrió de golpe. Un murmullo recorrió la sala cuando una figura familiar entró. Un hombre que creí que nunca volvería a ver.—¿En serio, Diego? —La voz ronca de Alejandro resonó en la habitación—. ¿Ni siquiera una llamada para decirme que ibas directo a una guerra?Mi mandíbula se tensó. Ale
POV de DiegoLa sala de juntas estaba en silencio absoluto, solo interrumpido por el rítmico golpeteo de mis dedos contra la mesa de madera oscura. La tensión flotaba en el aire como una tormenta a punto de estallar. Sabía que alguien dentro de mi círculo de confianza me había traicionado, pero no podía demostrarlo aún. Cada mirada, cada palabra dicha en los últimos meses cobraba un nuevo significado en mi mente, piezas de un rompecabezas que se armaba con cada movimiento calculado de mis enemigos.Adriana, mi esposa, había sido la primera en notar que algo no cuadraba. Su intuición era un arma afilada, y ahora trabajaba en las sombras, siguiendo rastros que yo, atrapado en el campo de batalla empresarial, no podía permitirme buscar. Me mantenía informado con susurros en la oscuridad, con mensajes codificados que solo nosotros comprendíamos.La traición se materializó en la forma de Manuel, mi mano derecha desde hacía más de una década. Su rostro impasible y su sonrisa calculada ahora