POV de DIEGOLa camioneta rechinó al detenerse frente a la vieja ferretería del pueblo.Apagué el motor y me quedé un momento quieto, con las manos aún en el volante, mirando a través del parabrisas sucio.No había dejado de pensar en Adriana desde que salí esta mañana.Ella se había quedado en casa, aún algo cansada, pero insistió en que no me preocupara.Sonreí para mí mismo, recordando su expresión de esa mañana, medio dormida, su cabello alborotado y esa camiseta vieja que le quedaba enorme.Era, sin duda, la imagen más hermosa que había visto en toda mi vida.Suspirando, abrí la puerta y bajé.La campana sobre la puerta de la ferretería sonó cuando entré.El lugar olía a madera vieja, pintura y polvo.—¡Diego! —saludó el dueño, un hombre de bigote canoso llamado Roberto.—Buenos días, Roberto —respondí, acercándome al mostrador—. Vine por las herramientas que encargamos.—Ya las tengo listas. Dame un segundo.Mientras él buscaba en la parte trasera, mi mente volvió a vagar hacia
POV de DIEGOEl sol apenas comenzaba a salir cuando me desperté sobresaltado. No sabía si había sido por una pesadilla o simplemente porque mi mente no podía descansar sabiendo que Adriana seguía lejos de mí. Me pasé una mano por el rostro y me senté al borde de la cama, mirando la habitación vacía.—Otra noche sin ti, Adriana... —murmuré para mí mismo, sintiendo ese dolor familiar apretarme el pecho.No podía seguir así. Algo tenía que cambiar. Me vestí rápidamente, sin pensar demasiado en lo que llevaba puesto, y salí del apartamento. El aire frío de la mañana me golpeó la cara, pero no me importó. Solo tenía un objetivo en mente: encontrarla.Mientras conducía por las calles aún medio desiertas, recordaba nuestra última conversación. Sus lágrimas, sus palabras llenas de dolor... y yo, tan terco, tan orgulloso, incapaz de detenerla cuando se fue.—Fuiste un idiota, Diego —me dije en voz baja, apretando el volante.Mi primer impulso fue ir a su cafetería favorita. Quizá habría decidi
POV de DiegoEl sonido de la lluvia golpeando las ventanas era lo único que llenaba la habitación. Me encontraba sentado en el borde de la cama, con la cabeza entre las manos, sintiendo un peso insoportable en el pecho. Cada gota que caía parecía marcar el tiempo que había perdido... el tiempo que me alejaba cada vez más de Adriana.¿Cómo habíamos llegado hasta aquí?Me puse de pie bruscamente, incapaz de seguir quieto, y comencé a caminar de un lado a otro, como un animal enjaulado. Las imágenes de nuestra última discusión no dejaban de repetirse en mi cabeza: sus ojos llenos de lágrimas, su voz temblando de rabia y dolor, y yo... tan impotente, tan incapaz de detener el daño que había causado.No podía quedarme sentado esperando que todo se arreglara solo. Tenía que hacer algo. Tenía que encontrarla.Tomé mis llaves y salí al temporal sin pensarlo dos veces.La ciudad estaba casi desierta a esa hora y bajo aquella tormenta. Mis pasos resonaban en las aceras mojadas mientras avanzaba
POV de AdrianaLa madrugada había llegado sin que yo pudiera cerrar los ojos. Me giraba una y otra vez en la cama, sintiendo el peso de los pensamientos aplastándome el pecho. Afuera, las primeras luces del amanecer apenas teñían el cielo de un gris pálido, y la ciudad empezaba a despertar lentamente.Pero en mi interior todo seguía suspendido. Incierto.No sabía qué hacer con Diego.Habíamos hablado. Había prometido cambiar, había pedido una oportunidad... Y yo, contra todo instinto, contra toda lógica, se la había dado.Me llevé una mano al corazón, apretándolo como si pudiera calmar el tumulto que allí dentro se desataba. ¿Era una tonta por creer en él de nuevo? ¿O simplemente una mujer que todavía lo amaba demasiado?—Basta —me dije en voz baja, sentándome al borde de la cama—. No vas a resolver nada dándole vueltas una y otra vez.Me obligué a ponerme de pie y caminar hacia la cocina. Preparar café me pareció una buena excusa para mantener mis manos ocupadas, para no caer presa d
POV de AdrianaEl eco de sus palabras todavía resonaba en mi cabeza mientras caminaba sola por las calles de la ciudad. Cada paso que daba parecía alejarme más y más de la seguridad que había sentido por un instante en sus brazos. Diego había dicho que me amaba, que quería quedarse a mi lado… pero el miedo seguía ahí, latiendo como una segunda piel bajo la superficie de mi calma aparente.El viento frío me despeinaba el cabello y me hacía abrazarme a mí misma. No estaba segura si era el clima o simplemente el vacío que sentía adentro lo que me hacía temblar.Quería creerle. De verdad quería hacerlo.Pero creerle implicaba confiar en alguien que ya había destrozado mi corazón una vez. Implicaba saltar al vacío, sin saber si esta vez estaría para atraparme.Me detuve frente a un pequeño parque, donde los primeros rayos de sol pintaban de dorado los bancos y el césped aún cubierto de rocío. Busqué un banco vacío y me senté, dejando que el silencio de la mañana me envolviera.Saqué el cel
POV de AdrianaTodo comenzó con una sensación extraña en el aire. Las horas pasaban lentamente, y aunque trataba de concentrarme en mis tareas diarias, mi mente no dejaba de regresar a él. A Diego. Había algo inquietante en su comportamiento últimamente. Como si estuviera guardando secretos, o como si sus palabras estuvieran llenas de cosas no dichas. El Diego que conocía ya no parecía ser el mismo.Me miraba de una forma diferente. A veces, como si estuviera analizando cada uno de mis movimientos, otras veces, como si quisiera decirme algo que ni él mismo se atrevía a expresar. Esa incertidumbre me carcomía por dentro, pero no podía ser yo quien diera el primer paso. No podía ser yo quien mostrara vulnerabilidad, no cuando el mundo parecía estar esperando una razón para hacerme sentir débil.Lo había escuchado hablar con su hermano en la sala. No era la primera vez que escuchaba su conversación a escondidas, pero esta vez había algo diferente. Su tono de voz, la forma en que había me
POV de AdrianaEl sonido de la lluvia golpeando los cristales me despertó antes de que el sol apareciera en el horizonte. Era extraño, porque normalmente el agua cayendo del cielo me traía cierta paz, como si la naturaleza quisiera limpiar todo lo que me dolía. Pero esta vez no fue así. Esta vez, lo sentí como un recordatorio punzante de todo lo que estaba desmoronándose a mi alrededor.Me senté en la cama, abrazando mis rodillas, y fijé la vista en la ventana. Las gotas resbalaban como si lloraran por mí. Quise pensar que era una tontería, pero últimamente todo en mi vida parecía reflejar mi propio caos interno. Desde que Diego se alejó emocionalmente, no he podido respirar con tranquilidad.Lo vi cambiar. Lo sentí desvanecerse en pequeños gestos: ya no me tomaba la mano con la misma fuerza, ya no reía como antes cuando hablábamos de nuestros planes, y sus abrazos... se sentían vacíos. Como si estuviera abrazando a un recuerdo, no a un hombre presente.No sabía cómo hablarle, cómo de
POV de DiegoLa lluvia acababa de cesar, pero el cielo seguía gris, como si el mundo se negara a brillar, reflejando exactamente cómo me sentía por dentro. Caminé por el sendero de tierra que llevaba al pequeño lago detrás de la casa. Cada paso se sentía como un intento desesperado de escapar de algo que sabía que no podía dejar atrás.Me detuve frente al agua. El viento movía la superficie del lago con suavidad, haciendo que mi reflejo se desdibujara. Era una imagen perfecta de mi mente: difusa, confusa, descompuesta.No sabía si estaba huyendo de Adriana… o de mí mismo.Mis manos temblaban. Sabía que no podía esconderlo por más tiempo. Ella notaba todo. Cada mirada, cada palabra no dicha, cada silencio que se prolongaba demasiado. Adriana no era de las que se quedaban calladas cuando algo le preocupaba. Y yo… yo era experto en esconder cosas.No tardó en aparecer.Escuché sus pasos detrás de mí, lentos pero decididos. Su voz rompió el silencio como una daga.—Diego… —dijo, suave per