POV de DiegoAlgo cambió en Adriana esta noche, y no dejo de pensar en eso.Sé leer a las personas. Es parte de mi trabajo, parte de lo que me ha llevado hasta aquí. Conozco el lenguaje corporal, los silencios, las sonrisas fingidas. Y lo que vi en Adriana durante la cena… no fue normal. Ella no era ella.Estaba distante. Fría. Como si quisiera estar en cualquier lugar menos a mi lado.Y eso me molesta más de lo que debería.Lucía fue solo una conversación más. Una estrategia de negocios. Sí, la toqué ligeramente para guiarla, para mantener el ambiente ameno. Es parte del juego. Pero todo el tiempo estuve consciente de Adriana. De cómo su mirada se perdía en el vino. De cómo evitaba participar.Intenté no hacerlo evidente, pero estaba atento a cada movimiento suyo. Quería preguntarle ahí mismo qué pasaba, pero temí presionarla. Y Adriana… ella no es fácil de leer cuando se encierra en su mundo. No muestra nada si no quiere mostrarlo. Y esta noche, claramente, no quería.Después, en el
POV de DiegoEl sol apenas comenzaba a colarse entre las cortinas cuando abrí los ojos. Adriana dormía a mi lado, con su cabello esparcido sobre la almohada como una cascada oscura. Su respiración era tranquila, y cada tanto su nariz se fruncía suavemente, como si soñara algo que no quería olvidar.Por un momento me quedé en silencio, observándola.Nunca imaginé que algo así me pasaría. Que me importaría tanto una mujer como me importa ella. Que una relación construida por conveniencia se convirtiera en la única verdad que reconozco.Pero ahora, que ya no hay contrato entre nosotros, ahora que nos pertenecemos sin reglas ni obligaciones… siento miedo.Miedo a perderla.Miedo a no saber cómo hacer esto bien.Me levanté con cuidado, sin despertarla, y fui a preparar café. Necesitaba tiempo para pensar.Los negocios nunca me intimidaron. Puedo hablar en salas llenas de tiburones sin pestañear. Pero cuando se trata de Adriana, todo cambia. Porque con ella no puedo fingir. Con ella soy sim
POV de AdrianaLa verdad es que no sabía cómo empezar. Había pasado tanto tiempo escondiendo lo que sentía que, de repente, decirlo en voz alta parecía un desafío. Cada vez que Diego me miraba con esos ojos llenos de calma, sentía que todo lo que había guardado se desbordaba. A veces me sentía como si ya no pudiera esconder nada más, como si la verdad de lo que soy estuviera a punto de salirse a la superficie.Y cuando nos quedábamos en silencio, yo siempre me encontraba con ese nudo en el estómago. Porque Diego no era como los demás hombres. Con él, me sentía segura, pero también expuesta. Y a veces eso era aterrador.El día después de la cena con los inversores, algo había cambiado en mí. El incidente con ese tipo me había tocado más de lo que pensaba. No era solo el hecho de que había estado dispuesto a humillarme públicamente. Lo que realmente me molestaba era que Diego no dudó ni un segundo en defenderme, como si no importara el qué o el cómo. Como si yo fuera lo más importante e
POV de DiegoLa vi. Allí, parada frente a mí, con esa mirada que mezclaba duda y miedo. No se suponía que debía escuchar esa llamada. No se suponía que estuviera allí. Maldita sea… ¿por qué tuvo que seguirme?—Adriana… —mi voz salió baja, casi ronca.Su pregunta, directa, me perforó el pecho.—¿De qué se trataba?Podía ver cómo contenía las emociones. Sus manos ligeramente temblorosas, su mandíbula apretada. Esa era Adriana: valiente por fuera, pero por dentro… por dentro estaba llena de cicatrices que solo alguien como yo podía ver.No podía decirle la verdad. No todavía. No mientras todo estaba tan enredado.—Es complicado —respondí, dando un paso hacia ella, esperando que su presencia no me derrumbara del todo.Y la verdad es que lo era. Todo era más complicado de lo que imaginé cuando acepté este maldito contrato. No me arrepentía de estar con Adriana. Ni por un segundo. Pero lo que había empezado como una fachada, un trato por conveniencia, ahora tenía raíces profundas… y esas ra
POV de AdrianaEsa noche no dormí. Aunque estaba enredada entre sus brazos, con su calor protegiéndome del frío de la incertidumbre, mi mente no se callaba.Diego decía que quería protegerme. Que no podía contarme todo… todavía. Pero ¿cómo se supone que yo debía dormir tranquila sabiendo que alguien —algún “alguien” poderoso— quería hacernos daño?Por un instante, pensé en salir de su vida. Desaparecer. Quizá así se calmarían las amenazas. Quizá así estaría a salvo.Pero… no podía. No después de sentir cómo me abrazó. No después de escucharle decir que yo era todo lo que él nunca creyó merecer.Me giré lentamente, observando su rostro dormido. Tranquilo. Vulnerable.Lo amaba.Y eso me aterraba.Porque lo que al principio fue un contrato frío, uno que acepté sin saber muy bien en qué me estaba metiendo, se había transformado en un huracán de emociones que ya no podía controlar.¿Qué éramos ahora? ¿Una pareja de verdad? ¿Todavía un trato con cláusulas ocultas?Odiaba estas dudas. Odiaba
POV de ADRIANANo supe en qué momento exacto me enamoré de Diego. Tal vez fue en alguna de esas noches silenciosas en las que él me miraba como si yo fuera su único refugio. O en las mañanas donde, sin decir una palabra, me servía café justo como me gustaba. Detalles que no estaban en el contrato… pero que comenzaron a significarlo todo para mí.Ahora, sentada en el sofá con las luces del departamento apenas encendidas, observaba a Diego en la cocina. Movía las manos con seguridad, preparando algo sencillo para cenar. Se notaba cansado, pero aún así, hacía el esfuerzo de verme sonreír. Me conmovía… y me partía el alma a partes iguales.Había dicho que quería renovar nuestro contrato. Pero sin cláusulas. Sin condiciones. Quería algo real.¿Y yo? Yo deseaba decirle que sí, gritarlo, tatuarlo en mi piel si fuera necesario. Pero había una parte de mí que seguía temiendo. No solo por las amenazas o el peligro que lo rodeaba, sino por la posibilidad de que todo esto fuera solo una ilusión h
POV de DIEGOAdriana.Desde que entró en mi vida, las cosas dejaron de tener el mismo orden. No fue inmediato, ni abrupto. Fue como una marea que va subiendo poco a poco hasta que te das cuenta de que estás completamente sumergido. Y lo peor –o lo mejor– es que ya no quería salir a la superficie.La vi llorar aquella noche, sin que ella supiera que la estaba observando. Se había levantado de la cama y fue hasta la terraza, abrazándose a sí misma mientras el viento le despeinaba el cabello. No me acerqué. No porque no quisiera, sino porque entendí que necesitaba ese momento a solas. Y sin embargo, todo en mí gritaba por envolverla, protegerla… arrancarle esa tristeza de raíz.Yo era el culpable de todo eso.Nunca imaginé que una relación que comenzó como un contrato se convertiría en lo único auténtico que tenía.Me acerqué a ella al rato, cuando ya pensaba que su silencio me iba a enloquecer.—Ven, ya es tarde —le susurré.Ella solo asintió, con los ojos aún brillantes. Se apoyó en mi
POV de DIEGOEl día del juicio llegó como una tormenta que venía avisando su llegada desde hacía semanas. Y aun así, no estaba preparado. No completamente.Me miré en el espejo aquella mañana. Traje oscuro, corbata ajustada, cabello impecable. Por fuera, parecía un empresario firme y seguro de sí mismo. Pero por dentro… por dentro, era un hombre temblando de miedo. No por mí. Sino por ella.Adriana dormía aún, enredada entre las sábanas. Había dormido mejor esa noche, quizás por agotamiento o por la falsa calma que intenté construir en la casa. Pero yo no pegué un ojo. Me quedé viéndola durante horas, grabándome en la mente la forma en que su pecho subía y bajaba con suavidad, como si nada pudiera alcanzarla.Mentira.Todo estaba por alcanzarla.No podía permitirlo.**—¿Estás listo? —preguntó Martín cuando llegamos al juzgado.—No —respondí, con una media sonrisa—. Pero lo voy a estar.Adriana caminaba junto a mí, de la mano. Llevaba un vestido sobrio, el cabello suelto, los labios a