Brian Lancaster llegó a la casa Taylor esa noche bastante contento. Ahora Charlotte era una mujer libre, y con ello podía hacerla su esposa de nuevo. Una sonrisa distendió sus labios cuando bajó de su auto, y esta vez se había llevado su auto, El Bugatti “La Voiture Noire” para que estuviera acorde con la ocasión.
Bajó del auto y tomó una pequeña y elegante bolsa que había pasado buscando por el centro comercial.
Con soltura caminó hasta las escaleras de la mansión y las subió con un pequeño trote. Cuando llegó arriba lo estaba esperando Charlotte, vestida con un sencillo traje de seda negra y un cinturón de cristales.
—Amor… —Charlotte ahogó las palabras de Brian al sellarle la boca con un suave y cálido beso.
Cuando al fin pudo respirar de nuevo miró a Charlotte con los ojos turbios del deseo y el amor entremezclados.
—¡Wow! —Alcanzó a decir medio sofocado por los besos— Esto sí que es el recibimiento de un rey.
—Y ahora es que faltan más recibimientos así —le dijo Charlotte.
Luego