Parte 1...
Ana
Cuando llegamos al registro civil, vi a Sandro y Otávio de inmediato esperándonos afuera. Estaban esperándonos.
— ¿Los llamaron a ambos?
— Sí, necesitamos testigos - detuvo el auto en el estacionamiento.
— Pero... ¿Y ellos van a servir? Quiero decir, son tus abogados, ¿verdad?
— No hay problema. Antes que nada, son mis amigos, y ¿quién mejor para ser testigo?
Bajó del auto y dio la vuelta, abriéndome la puerta. Respiré profundamente al salir. Matteo pasó la mano por mi cintura y me dio un beso ligero en la mejilla.
— No te pongas nerviosa ahora, o el notario pensará que te están obligando -rió de manera divertida.
— No me pondré nerviosa, tranquilo -sonreí de vuelta— Ya estoy más calmada.
— Menos mal - él me atrajo hacia él y me abrazó, hablándome al oído — Me gusta eso, cómo te adaptas a las situaciones.
Sonreí ligeramente. Desafortunadamente, tuve que aprender a ser así en las calles o no hubiera sobrevivido. No es fácil vagar sin ser vista por otras personas. Aún ten