En cuanto Matías cumple con su tarea de abatir a la loca, se va de muy mala gana a ver al idi0ta tirado en el piso, porque entre los dos heridos es el que se supone debe ayudar, aunque con gusto lo dejaría morirse. Pero al llegar a su lado, lo ve quejarse y tratar de incorporarse.
-No te muevas, imbécil – le dice con toda la amabilidad de no dispararle él también, Dan se revisa la entrada de la bala y Matías ve el chaleco blindado, que lo hace sonreír con ironía -. No podía tener tanta suerte, ¿verdad?
-Ya te dije, niño… - le dice con un gesto de dolor -, esa mujer es mía, ni el mismo diablo me la va a quitar – Matías le extiende la mano para ayudarlo a pararse y Dan la acepta -.
-Entonces me tocará ser peor que el diablo – aunque la amenaza de Matías le da lo mismo a Dan, por ahora siguen con esa tregua momentáne