Capítulo noventa
Trago grueso y diluyo todas las palabras de mi boca, doy un largo suspiro y muerdo mis labios sin saber que hacer o decir. Mis pies se mueven solos y mis brazos acarician el corto pelaje que tiene —gracias—creo que el lado sentimental esta empezando a salir.
Acuéstate, que te quiero decir algo.
Hago caso a sus palabras y dejo que mi espalda toque las suaves sábanas.
Tienes que decirme que hacer con la señora Serafina y Natalia, ¿cuándo serán ejecutadas?
Muevo mis dedos sobre mi estómago y suspiro—Mañana por la mañana, creo que ya es suficiente tortura, además para que alargar más las cosas.
Así será.
El cuarto queda en silencio—Tenemos que hablar—digo sin mirarlo&mdash