Capítulo cincuenta y uno
Una mano en mi cabello me despierta de tal placentero sueño y los recuerdos llegan a mi mente como si de comida se trátase.
Abro mis ojos y me encuentro con una sonrisa en los labios del señor Wade.
Siempre tan hermoso aunque este golpeado y mal herido. Quito mi cabeza de su brazo al ver como su cara trata de no hacer ninguna mueca de dolor.
Mientras lo observo a los ojos no puedo dejar de pensar en lo que tenemos que hablar, en un instante me levanto de su lado y camino hasta el sillón para empujarlo cerca de la cama y asentarme.
—Tenemos que hablar—es todo lo que sale de mi boca para que su sonrisa se borre y una expresión de terror se instale en su rostro—Va a ser más difícil después y necesito saber la verdad.
Pierde la mirada en