Capítulo cuarenta y seis
—Señorita Sara, venga que le tenemos un regalo—giro mi cabeza por encima de mi hombro y sigo al director hasta el patio trasero.
De lejos veo una caja gigante con un moño y me acerco a esta—¿Esto qué es, señor director?
—Ábralo y se dará cuenta—me empuja y golpea mis hombros.
Achico mis ojos—No me gustan las sorpresas, prefiero las cosas claras—jalo del moño y una torta da directo en la cara del director—sabía que esto iba a pasar—todos empiezan a reír.
Él agarra los pedazos que tapan sus ojos y los tira—¿Quién hizo está broma?—grita y todos se quedan en absoluto silencio—Lo quiero aquí ahora mismo.
Veo a unos jugadores de fútbol a