Capítulo ciento cuatro
Su cuerpo fornido se pega a mi espalda y me da un suave beso en la mejilla—No puedo creer que seamos padres—toma mi cintura y me gira frente a frente—Te extrañé, Sara—y por segunda vez en todo este tiempo puedo ver un rastro de vulnerabilidad en su rostro.
Sus labios se posan en mi frente y deja un suave beso —Y yo a ti, Wade—desordeno su cabello. Su mano atrapa la mía y la posa en su cintura.
Nuestros rostros solo están a centímetros. Su mirada llena de lujuría me hace temblar en sus brazos y su sonrisa ladina me hace saber de inmediato que es lo que desea.
Aquí no.
Me safo de su agarre y me coloco atrás de él —Ven, mejor quítate esto y ponte cómodo. Debes estar agotado—jalo su saco y lo pongo sobre la me