*—Dominick:
Llegaron al hospital y, en cuanto su padre detuvo el vehículo, Dominick salió disparado junto a Dante, sin esperar a nadie más. El olor antiséptico que impregnaba las paredes y pasillos lo golpeó de inmediato, mezclándose con la maraña de pensamientos oscuros que le taladraban la mente.
Se acercó al área de emergencias jadeando, exigiendo ver a su pareja. Apenas pronunció el nombre de Callum, la doctora Ortega, ya advertida de la emergencia, apareció apresurada para recibirlos. Su rostro serio y la tensión en su voz no presagiaban nada bueno.
—El paciente está siendo preparado para una cesárea de emergencia —explicó, sin rodeos—. Presenta hemorragia interna y el saco gestacional se ha roto parcialmente. Estamos trabajando en estabilizarlo, pero la situación es crítica.
Las palabras “hemorragia interna”, “rotura del saco” y “crítica” se clavaron como dagas en el pecho de Dominick, que apenas pudo mantenerse en pie.
—En cuanto logremos estabilizarlo, le llamaremos para que p