Cuando terminé de contarle todo lo que había visto, noté que estaba muy quieta. Demasiado.
"Mira las manos, Esteban: están más blancas, como si estuviera haciendo fuerza por algún motivo."
— ¿Emy? ¿Estás... estás bien? — le pregunté preocupado: empezaba a arrepentirme de haber decidido contárselo.
— Sí. Sólo me trajo algunos recuerdos poco agradables a la mente. Eso es todo. — me dijo mientras me miraba y se recomponía a una velocidad que me sorprendió. Incluso fue capaz de sonreírme.
"Está actuando." — me dijo Roy.
"Lo sé. ¿Cuánto tiempo llevará poniéndose esa máscara? Me preocupa."
"Mira quien fue hablar de máscaras." — bufó Roy.
"Por eso mismo."
— ¿Quieres... quieres hablar de ello?
— No hace falta Esteban, de verdad. Hace tiempo que superé aquello.
Alcé una ceja con escepticismo.
— Sé reconocer cuándo alguien utiliza una máscara, Emy.
— ¿Y por qué crees que estoy usando una?
— Porque puedo ver el dolor detrás de tus ojos. Porque sé lo que es la rigidez para controlar la reacción na