Gabriel apenas terminó de hablar cuando vio entrar furiosa a Carolina. Al verlo, ella explotó de rabia y le dio una bofetada en la cara, diciéndole: —¡Tu madre hizo que golpearan a mi hijo, así que ahora te golpeo a ti!
Las lágrimas que Gabriel había logrado contener volvieron a brotar. Carolina lo ignoró y se dirigió directamente a la cocina, donde se tranquilizó al ver que la sopa aún estaba caliente. Luego regresó a la sala y recogió todas las cajas de comida que Gabriel había dejado, entregándoselas a su hijo: —Tíralas.
Su hijo obedientemente tomó las cajas y corrió hacia afuera. Gabriel observaba la escena atónito, sin entender por qué actuaba así. Carolina le lanzó una mirada despectiva – ¿No le gustaba acusarlo frente a Joaquín? ¿No era él el hijo favorito? ¡Já! Ella se encargaría de destruir día a día la relación entre padre e hijo, hasta que llegara el momento en que aunque Gabriel dijera la verdad, Joaquín no le creería.
Cuando su precioso hijo regresó, Carolina le hizo señas