Entre sollozos, Sofía dijo: —Solo siento que mamá seguramente quiere volver con Gabriel, seguir siendo su mamá...
Sorprendida, pregunté: —¿Por qué piensas eso?
Sofía contuvo el llanto: —Porque tú lo trajiste al mundo.
Al escucharla, me di cuenta de que Sofía todavía se sentía insegura. Aunque normalmente jugábamos muy bien juntas, cuando había cualquier movimiento del lado de Gabriel, ella se ponía muy nerviosa. Temía que la abandonara.
Medité cuidadosamente cómo expresarme para tranquilizarla.
Sofía continuó: —También sé que no es fácil vivir sin una mamá. Pero siento que soy muy egoísta... Por haberle quitado su mamá a alguien más.
Con voz temblorosa, Sofía agregó: —Pero amo tanto a mamá que no quiero devolvérsela.
—En realidad, creo que está bien ser un poco egoísta —dije mientras tomaba su pequeña mano. Con dulzura continué: —No hay necesidad de sacrificar tus sentimientos para hacer felices a otros solo porque pienses que la están pasando mal.
Sofía me miró desconcertada.
Sonriend