-¿Estás bien? -Me pregunta cuando está seguro de que hemos logrado escapar.
-No. -le respondo. -Mi amigo sigue en peligro.
-Era lo que se debía hacer.
-Nunca ha habido más nada qué hacer, solo escondernos y huir. Pero en este momento yo fui quien tuvo la oportunidad, y no mi amigo.
Hobby no responde nada más. Ya no puedo resistir el hambre. Un sudor frio en mi frente, entumecimiento en mis mejillas y brazos adormecidos son señales inequívocas de que voy a desmayarme.
.
Caracas tiene un olor a magnificencia por el poder de su historia