—Entonces, ¿ellos dicen que si te quedas mucho rato frente al sol te quedarás ciego? —La voz clara y cantarina de Cosette resonó en el auto.

Rachel observó a su hija con fascinación, mientras esta le sonreía de manera sublime, como si el hecho de que su madre le regalara una sonrisa fuese más que suficiente para alegrar su día.

—Eres una chica lista, imagino que ya analizaste con detenimiento lo que te han dicho tus amigos… —Cosette asintió a las palabras de su madre. Rachel podía imaginar lo que había hecho, pero esperaba que ella misma le diera la respuesta.

—Claro que sí, mami, por eso, hice un experimento… —Aquello tensó un poco a Sierra, quien estaba a su lado, pues imaginaba qué clase de experimento había hecho.

—¿Qué hiciste? —La voz de Sierra sonó algo tensa, mientras Rachel y Cosette sonrieron divertidas.

—Logré manipular a uno de los niños de mi clase para que viera el sol hasta quedar ciego… —Rachel sonrió un poco divertida, mientras Sierra abrió los ojos en grande y esperó