55. La Bestia, la razón de su sonrisa
Este espectacular día no podía ser más que perfecto, sino fuese por la llamada que Gerald recibió entrada la tarde, cuando Scarlett quiso acercarse a la playa y mojarse los pies.
El rostro de Gerald cambió a la seriedad con esa llamada. Scarlett prefirió que no fuese nada malo, pero cuando él se acercó, suspiró y la tomó de la cintura, sólo le dijo:
—Debemos regresar a Tirana —su sonrisa se desvaneció cuando lo escuchó—. Rina se casa por la iglesia.
Su marido prometió que regresarían lo antes posible, que la complacería en cualquier cosa cuando todo acabe. Pero con una sonrisa suave, fue más que suficiente para decirle que todo está bien.
—Quiero que sepa que todo lo que suceda de ahora en adelante será por y para su bienestar. Usted es mi prioridad, Scarlett. Hoy, siempre, por la eternidad —acaban de bajar del jet. Su marido le habla con devoción, perdido en sus ojos—. Si lo que quiere es vivir en Nápoles, viviremos allá.
Scarlett ladea el rostro con una sonrisa. Se pone de pu