49. Marianné habla de las notas y Ginevra confiesa una verdad a Marcello
La adornó con besos y caricias por todos lados, y a medida que las temperaturas de sus cuerpos iban subiendo y los dedos de Marianné se enroscaban ansiosos a los botones de su camisa, Remo tomó delicado sus muñecas y pegó su frente a la suya.
— Estás enferma, no deberíamos… — musitó, consciente, aunque todo de él se moría por poseerla en ese preciso instante.
— Pero… yo quiero — replicó la dulce joven a cambio, con las mejillas encendidas y la respiración un tanto agitada.
— Y no dudes que yo también, pero no quiero lastimarte, mucho menos agotarte más de la cuenta.
— Estaré bien.
— Marianné…
— Por favor, Remo — rogó, necesitada, con esa dulce y melodiosa voz a la que el siciliano no pudo resistirse.
— ¿Estás segura?
— Sí — aseguró, y fue lo único que necesitó el siciliano para asaltar su boca y enroscarse a su lengua con renovados ánimos.
Marianné respondió como siempre, completamente abandonada a él, y se hizo de los botones de su camisa hasta sacársela por los hombros y dejarlo comp