44. Marianné visita a su hermano en prisión
Remo tuvo que suavizar su semblante para volver a Marianné.
— ¿Te vas? — le preguntó ella, torciendo una sonrisa.
Remo tomó su mano y le besó el dorso.
— Sí, quizás no vuelvas hasta la madrugada, así que no me esperes despierta. Tampoco te quedes aquí aburrida, estoy segura de que a mi nonna le encantaría tomar el té contigo. También puedes ir a ver los libros que te dije — le recordó —. La habitación de Florencia está al final de este pasillo, en el lado derecho — se inclinó hacia el último cajón de la veladora y sacó una llave antes de mostrársela —. Con esto abres la puerta.
Marianné asintió con una sonrisa, y Remo se despidió por último con un corto y entrañable beso sobre sus labios.
— ¡Espera! — le dijo ella, envolviéndose en una sábana antes de ponerse de pie. Remo se detuvo mirando rápidamente su reloj — Hay algo de lo que… quiero hablarte.
— Será después, ahora en serio tengo que irme.
— Pero…
— Cariño, volveré y me contarás todo lo que quieras, ¿de acuerdo?
— Bueno —