Comienzo a jugar con mis manos cuando Sam me mira con indecisión, hasta podría decir que un poco... ¿Flipado? Su pecho se hincha al tomar aire y el modo en el que aprieta y afloja la fuerza que está haciendo en el puño me advierte que se está cabreando. Aunque, esta vez no tiene ningún derecho para cabrearse.
Aquí la única que tiene derecho a estar enfadada soy yo, nadie más que yo. Y, de hecho, su actitud me cabrea de la hostia. Yo he sido la perjudicada en toda esta historia, así que no puede ponerse primero profundo y comprensivo y después agresivo.
«¡No tiene sentido!»
Las mejillas se me ponen rojas de la rabia, el pulso se me acelera cuando me escruta con la mirada, desafiándome a dar el primer paso: a gritar, vociferar y escupir verdades.
Entrecierro los ojos con escepticismo y aprieto los labios.
—Ni se te ocurra enfadarte por decir que no te creo, porque tengo mis razones para no fiarme de ti. No puedes creer que por un par de lágrimas de
Me despierto sobresaltada, aún con la sensación de tener el cuerpo de Jake aprisionando el mío. El corazón me late desbocado mientras intento recuperar el aliento; me siento como si hubiera corrido una maratón.Me llevo la mano al pecho desnudo mientras intento relajarme y ordenar todo lo que ha pasado. En realidad, no hay mucho que pensar, salvo que mis pesadillas vuelven a ser mi mayor problema. Hacía ya tiempo que no tenía un sueño tan vivido, ni siquiera tras los primeros días del suceso había pasado tanto miedo como ahora.Giro la cabeza hacia mi derecha, donde Sam aún sigue plácidamente dormido en mi cama a pesar de mis constantes advertencias con respecto a que no quería verlo cuando me despertara. Supongo que iba hacerme caso, el problema es que yo me he despertado demasiado pronto.Está tumbado boca abajo, con los brazos metidos bajo la almohada y la cara l
Bajo las escaleras con pereza, en busca de ese embelesador olor a café recién hecho que se impone al olor a canela que siempre suele haber en casa. Entro en la cocina, donde mi madre ya está levantada y lista para irse a trabajar, o eso parece. Me sorprende gratamente que haya tenido ganas de prepararme café a pesar de que parece estar apurada.Me acerco hasta la isleta de la cocina más alejada de la puerta y me siento en uno de los taburetes que encuentro.—Buenos días —saludo.Elizabeth se da la vuelta sobresaltada ante el silencio de mis pasos y me mira como si acabara de ver un fantasma de la nada. A pesar de que no tengo ganas de reírme hago el esfuerzo de sonreír a la vez que enarco una ceja.Elizabeth se lleva la mano al pecho con dramatismo y me fulmina con la mirada de manera cómica.—Casi me da un infarto, chiquilla —protesta poco convencida. Me pasa la taza de café que sostenía en la mano y yo la cojo con ambas manos—. ¿Estás preparada para i
La cara de Stacey denota confusión ante mi propuesta. Está claro que no comprende en absoluto de qué va la vaina y no tengo tiempo ni ganas de explicarle el plan que tengo para ella con pelos y señales.Sus ojos azules me miran dudosos, pero su cara expresa ansiedad.—¿Qué tengo que hacer? ¿Y por qué debo confiar en ti? —inquiere.—O lo tomas o lo dejas, pero si aceptas te contaré el plan mañana y tendrías que venir conmigo a la fiesta que va a dar Amanda —informo.Stacey sopesa las opciones que tiene, pero su deseo por tener a Sam es tan grande que estoy segura de que aceptaría cualquier cosa por ganarse el amor y el cariño que jamás podrá conseguir.Finalmente, asiente con la cabeza y chasquea la lengua.—De acuerdo, acepto —masculla entre dientes.Sonrío triunfante y le dedico mi sonrisa más falsa. Para que luego digan que no viene bien tener enemigos, a veces estos pueden servirte de aliados.Le paso mi número de teléfono antes de
Arranco el coche en cuanto suelto el móvil. La verdad es que, para estar haciendo cosas tan horribles, todo me está saliendo de maravilla. Quizás no sea todo tan malo como creía. Esta vez pongo música directamente de mi móvil y elijo esa canción que encontré el otro día en YouTube por causalidad, y con la que después me quedé pegada. No he podido dejar de pensar en ella desde que la encontré.Couple of kids de Maggie Lindemann.» Llévame de vuelta a la noche en la que nos encontrábamos en el patio, subiendo a la azotea, escondiéndonos en la oscuridad. Con una botella de vino para dos, creo que estoy borracha de ti; entonces los dos dormimos bajo las estrellas. Somos jóvenes e ingenuos y tú me dijiste que algún día nos iríamos juntos, y estoy comenzando a pensar, que estoy atascada en un sueño, porque somos j&o
Miro una y otra vez por la ventanilla del acompañante en busca de Stacey. Hace casi cinco minutos que le he mandado un mensaje diciéndole que ya estaba en la entrada principal de la residencia de estudiantes.No hago más que darle vueltas al asunto. Esto se acaba de convertir un auténtico plan suicida, pero estoy segura de que haber confiado en Stacey no ha sido ningún error. A nadie más que a ella le interesa hacerme daño, y qué mejor modo que el punto de ventaja que estoy a punto de darle.Sigo mordiéndome las cutículas de las uñas hasta que una cabellera rojiza asoma por la puerta principal. A pesar de la oscuridad distingo su alta figura y su pelo ondulado y voluminoso. Comienza a mover la cabeza de un lado a otro en mí busca, pero parece muy perdida y yo muy irritada como para esperar que me encuentre, así que no se me ocurre otra cosa que hacer sonar el claxon para llamar su atención.Sonrío cuando se sobresalta y mira en mi dirección fulminante, o
El corazón se me encoge al ver la cara de Sam. Su mirada pasa de mí a Tyler en intervalos de dos segundos, totalmente estupefacto al mismo tiempo que cabreado. Stacey me mira, y me sorprendo al ver que no está contenta con lo que está haciendo, hasta podría decir que parece disgustada con la situación. Pero eso es lo que menos me importa.Ahora sólo tengo ojos para el hombre que está a punto de hacer pedazos cualquier atisbo de humanidad que quedara en mí.Sam se queda en el sitio mientras nos asesina con la mirada.—¡¿Qué cojones es esto?! —brama, furioso. Pero a pesar da la rabia que denota su voz en sus ojos puedo ver dolor. Los ojos se me llenan de lágrimas cuando hace una mueca de asco al mirarme—. ¿Qué clase de zorra eres? No te basta con haberte tirado a Aiden a mis espaldas, sino que ahora también te tiras a mi mejor amigo —dice despectivo.—Sam..., yo... —tartamudeo sin parar.—¡Cállate! ¡No quiero escuchar una mentira más! —ladra. Sus mejillas
Me muerdo el labio inferior para controlar el modo en que no deja de temblar. Estoy tan abrumada por todo lo que acaba de pasar que ahora mismo lo que menos me importa es el hecho de que mi enemiga sea la que me haga de apoyo en un momento tan duro como este.Justamente el momento en el que lo he perdido todo.—Ponte de nuevo la ropa y te llevo a casa —me dice mientras se levanta de la cama y me tira la ropa al lado.—¿Por qué haces esto por mí? Es decir, ya tienes lo que querías. Sam está libre y me odia más que nunca —admito mientras me pongo los pantalones.—Porque, aunque todos penséis que soy una zorra sin escrúpulos aún tengo mi corazoncito —dice solemne mientras pone la mano a la altura del pecho en una pose dramática—. Además, te piensas que soy tan estúpida como para haberme creído que porqué tú la cagaras con él iba a quererme a mí por arte de magia. Pues no —comenta con un deje de burla.La miro con una tímida sonrisa mientras me hago de nuev
No sé si es que aún no estoy familiarizada con esas veces en las que se te forma un nudo en la garganta y sientes que algo oprime tu pecho, que te mata por dentro, que te destruye... Son porque algo ha golpeado tu corazón, te da con demasiada fuerza y tú no estás preparada para ese golpe.Pues eso se está convirtiendo en el pan de cada día.Miro a Sam con demasiada fijeza, como si no pudiera creerme que estuviera aquí, hasta tengo que pellizcarme para saber si esto no es un espejismo. Sus ojos bicolores me analizan, como si buscara alguna especie de imperfección en mi cara y no fuera capaz de encontrarla, pero no es eso lo que hace que el pecho se me encoja, sino la oscuridad en su mirada. Ya no veo esa adoración que estaba acostumbrada a contemplar, ese brillo que daba vida a sus ojos.Me agarro a la puerta cuando siento que las rodillas me tiemblan y podrían fallarme.—¿Qué haces aquí? —le pregunto con la voz como papel de lija.—No lo sé —admite. Se