Eduardo.
Tenía a Laura abrazada, mientras mis ojos buscaban con la mirada a Dahiana.
¡En un miserable! En eso me había convertido, en una persona que estaba haciéndole daño a quien no había hecho más que cuidar de mí y darme amor.
Laura me ha apoyado durante años, es quien me ha ayudado a levantarme cuando he caído.
Pero ¿qué podía hacer?, ¿Cómo hago con este sentimiento que me pide que corra atrás otra mujer?
Eso era algo que debía solucionar; sé que no será fácil, pues no se trata de un negocio.
Sentía que cada día más me hundía en una terrible situación que cobraría una gran factura.
Después de calmar a Laura, decidí llevarla a recorrer un poco la ciudad.
Después de almorzar, estuvimos durante varias horas entrando y saliendo de las mejores tiendas de lujo de toda Miami.
Ella sonríe como niña chiquita, llevándome a años atrás, cuando llegaba con flores a su casa a visitarla.
No sabías en qué momento todo hacía cambio, ¿en qué momento había dejado de amarla?
Sí, me había bastado ve