Al llegar a casa, se dirigieron inmediatamente a la habitación, entregándose a sus deseos. A la mañana siguiente, una sonrisa se extendió por el rostro de Rebecca al despertar en los brazos de él.
– Buenos días. – Dice, depositando un suave beso en los labios de él.
– Buenos días, Sra. Baker.
– Alex, estoy a punto de ir a Seattle. Prometí a las chicas que las visitaría hoy.
– Está bien, te llevaré al aeropuerto. Tengo muchos compromisos en Nueva York. ¿Cuándo vuelves?
– Mañana mismo, debo llegar a altas horas de la madrugada.
– Vale, entonces vamos a tomar una ducha.
Juntos compartieron una ducha, se vistieron y bajaron a desayunar. Después de prepararse, se dirigieron al aeropuerto.
– Gracias por traerme.
– No hay problema, disfruta tu tiempo en Seattle y, si necesitas algo, no dudes en llamarme. – Alex la besó cariñosamente antes de dejarla en la puerta de embarque y partir hacia su destino.
Después de varias horas de viaje, Rebecca finalmente llegó a Seattle y se dirigió directamen