Rebecca acaba de cumplir ocho meses. Dos veces por semana, ella hace terapia, y Alex la acompaña siempre que va al hospital. Desde la crisis que tuvo, Alex empezó a trabajar desde casa, y solo va a la oficina en casos urgentes que no puede resolver de forma remota. Mientras espera en el hospital, Richard lo llama para hablar en su consulta.
– ¿Cómo están las cosas? – Pregunta Richard.
– Difíciles. Los altibajos continúan. Ella no habla conmigo, por más que lo intente. No quiero presionarla y hacerla sentir más triste o enfadada.
– Tienes razón. Seguramente, ella está abriéndose con la psicóloga. Escucha, Alex, ¿de verdad no vas a acompañar a Ryan a Nueva York?
– No creo que sea necesario. Ya lo ayudé con la propuesta. Prefiero quedarme al lado de Rebecca.
– Sé que te dije que te quedaras con ella, pero no seas sobreprotector, Alex. Dale un poco de espacio. Además, hoy tienen ese té en la casa de Christine. ¿Vas a prohibirle que vaya?
– Claro que no. Ella me dijo que iría. La llevaré a