Me encuentro parada en el balcón de mi habitación, mirando a la nada, perdida en mis pensamientos. La brisa suave me acaricia el rostro, pero no logra distraerme de mis preocupaciones. De repente, escucho la voz de mi padre detrás de mí.
—Buenos días, Xylara —dice, su voz cálida y familiar.
Me doy la vuelta y sonrío débilmente.
—Buenos días, padre —respondo.
Mi padre se acerca a mí y se detiene a mi lado, mirando hacia el horizonte.
—Necesitamos hablar —dice, su voz seria.
Me siento un poco incómoda, preguntándome qué es lo que quiere hablar.
—¿Sobre qué? —pregunto.
Mi padre se vuelve hacia mí y me mira con una expresión seria.
—Sobre Venco y Morax —dice. —¿Ya has pensado en ayudar a Venco a atrapar a Morax?
Asiento con la cabeza.
—Sí, ya está decidido —digo. —Voy a colaborar esta vez.
Mi padre asiente con la cabeza, una sonrisa de orgullo en su rostro.
—Me siento muy orgulloso de ti, Xylara —dice. —Eres una líder nata. Y pronto, cuando te cases...
Me interrumpo, sintiendo una oleada