KIERAN:
Con Claris en mis brazos, en mi habitación, no podía creer que todo había vuelto a donde se había roto. Estábamos rodeados de enemigos, pero protegidos por la barrera, lo que nos daba tiempo para analizar lo que íbamos a hacer. Estaba agotado. Cerré los ojos, saboreando el momento de paz. Necesitábamos esta paz para poder enderezar todo.
—Mi Luna, ven a acostarte, por favor —la llamé desde la cama, a punto de dormirme. Claris se giró hacia mí desde la ventana, donde había estado observando la barrera que nos protegía. La tenue luz de la magia que la rodeaba bailaba en sus ojos, haciendo imposible no mirarla. Su mirada tenía ese brillo especial que siempre me desarmaba. —Kieran, aún hay tanto que no sabemos… —dijo pensativa. Extendí una mano, invitándola a acercarse. En este