PRISCILA

PRISCILA LÓPEZ.  

7 AÑOS DE EDAD.  

— Mami no quiero ir —lloriqueo una vez más mientras ella rueda lo ojos por enésima vez  

— No te quedarás sola en casa Priscila — abotona mi abrigo — ¿Que harás si tienes hambre? — pregunta mirándome  

— Pediré una pizza y la bebo con agua de canela para abrigarme del frío — respondo con astucia  

— ¿Y si debes pedir ayuda? — pregunta  

— Marco al 911, y voy donde los vecinos, si no están ahí, pruebo en cada casa hasta encontrar a alguien —suspira  

— Siempre tienes respuesta para todo ¿no? — sonrío y beso su mejilla — No quiero ir mami, Teodoro se burlará de mi diente caído —ella ríe  

— Se llama Máximo, y él no se te burlara, él es un encanto de niño — ruedo los ojos  

Mamá vé lo que Teodoro quiere que vean, no la realidad.  

— Además — prosigue — Alla voy a cocinar, así que tendrás comida caliente, rica y nutritiva, y si pasa cualquier cosa estaré ahí para ayudarte — la miro  

Hora de la mejor táctica.  

Hago un puchero, agachó la cabeza, levanto los ojos y la miro como el gato de Shrek.  

— Eso no funcionará Priscila — dice besando mi frente — Te guste o no, vendrás conmigo — hago una mueca — Mi niña, odiaría que te pasara algo y yo este lejos de ti, jamás me lo perdonaría — asiento rindiéndome  

— Esta bien, vamos donde Teodoro imbécil — un jalón de oreja me hace quejar, miro a mamá  

— No le diga así al niño Máximo, y mucho menos enfrente de sus padres — asiento porque no quiero otro jalón 

— Perdón — pido  

— A veces me sorprende que con solo 7 años seas tan astuta — río y tomo su mano  

— Te amo mami —la beso  

— Y yo a ti, pero si te portas mal te castigare — asiento y salimos de casa  

Vivimos en al otro lado de la ciudad, en un barrio llamado “Crosshine” es un barrio pobre, pero la gente es muy amigable, a veces me siento en familia con ellos. Luego de tomar 3 buses, llegamos a la gran fortaleza de mi archienemigo:  

Teodoro imbécil.  

El hijo mayor del señor Daniel Capwell, un hombre gentil, muy amable y divertido. Él tiene una hija menor llamada Gabriela, yo le digo Gaby, ella es muy amable y es mi mejor amiga, siempre que va de compras con su mamá me compra ropa y eso me pone feliz, yo dibujo y siempre le traigo algo nuevo, la madre de Gaby no es muy amigable.  

Una vez estaba jugando con Gaby y me puso su vestido de princesa, cuando me lo puse me sentí tan feliz que bajé a mostrarle a mi mami, pero me encontré con la esposa del señor Daniel, ella me dijo que una mugrienta como yo, no debería vestir como su hija, y me jalo la oreja diciendo que la próxima despediría a mamá si me veía con la ropa de su hija, yo corrí donde Gaby y me quite la ropa.  

Esa mujer no me gusta.   

Ella es seria y a veces me da miedo, y menos cuando le grita a mi mami porque no está todo limpio, esa señora es una mentirosa porque mamá hace su trabajo bien, a veces le ayudo, y eso me pone feliz porque sé que mamá no está sola.  

Ella cuenta conmigo. 

— Buenos días, señor Daniel — saluda mamá, yo sonrío  

— Buenos días señor — el me mira  

— Dime Daniel, no señor, me siento viejo — río ante sus palabras y entramos a casa, mamá se pone el delantal — Gaby, está en su cuarto Pris —miro a mamá   

— Te llamo cuando esté listo el almuerzo —salto de la emoción y subió sobre Gaby   

— Hola —la saludo viéndola debe al espejo con un hermoso vestido lila de princesa — Wow — ella se gira  

— ¿Te gusta? — pregunta mirándome  

— Es hermoso, pareces una princesa — ríe  

— Te tengo una sorpresa —  

— ¿Cual? —  

— Este rosado es para ti — abre su armario y hay un vestido igualito al de ella ahí solo que en rosado — salto de emoción  

— ¿En serio? — pregunto, sin poder creerlo  

— Si, mamá me lo compró y le dije que quería el rosado también, pero era para ti — corto hacia ella y la abrazo  

— Eres la mejor amiga del mundo — ríe — Lo usaré en mi cumpleaños —voy al vestido y lo abrazo también  

— Póntelo — pide Gaby  

A mi mente llega la mamá de Gaby y sus palabras: Una mugrienta como tú, no debe vestir la ropa de mi hija, la ensuciaras con tu mugre, niña mocosa. La próxima vez que te vea con la ropa de mi hija, tú y tu madre, se van a la calle”   

No puedo usar esto.   

— No, me da miedo ensuciarlo — miento —Quiero usarlo recién el día de mi cumpleaños — Gaby asiente — Se me cayó un diente —  

— A mí también —mostramos los dientes y ahí están los espacios, estallamos en carcajadas  — Estas chimuela — dice  

— Y tú también — volvemos a reír — Te traje un dibujo — meto la malo en el bolsillo de mi mochila y saco el dibujo, ella lo abre y sus ojos brillan  

— Wow —  

Me imagino, que esa cara puse cuando vi el vestido.  

— ¿Te gusta? — pregunto   

— Me encanta, soy yo. Es hermoso — saca una carpeta con todos los dibujos que le he dado y lo coloca ahí —Un día serás una gran artista Pris —  

— Algún día que trabaje y pueda pagar mi universidad — digo  

— Yo te ayudaré — pone su mano en mi hombro —Para eso son las amigas ¿no? —

   

— Si, eso creo — reímos   

— Vamos a jugar — propone ella — Me sacaré el vestido — 

— Te espero abajo —  

Salgo de la habitación y bajo al jardín, ahí hay un columpio y me subo, comienzo a columpiarme mientras veo la casa de los Capwell.   

Es hermosa.   

A veces quiero tener una casa así, pero no podemos ya que no somos ricos como ellos. A mamá apenas le alcanza para pagar el arriendo y suplir las necesidades que tenemos.   

Estoy pensando en eso cuando siento que el columpio se va para abajo, me asusto y caigo al suelo sentada, me quejo por el dolor en mi, de repente, una risa se escucha a lo lejos, alzó la mirada y lo veo.   

Teodoro imbécil.   

El estúpido niño que hace de mi vida un infierno cuando vengo aquí.   

— ¿Te dolió Anastasia? —pregunta haciéndome enojar  

Él sabe que odio mi segundo nombre   

— No Teodoro — su risa se borra de inmediato   

Y yo sé que odia su segundo nombre.   

— Debiste ver tu caída, fue épica, la grabe y todo quedará guardado para burlarme de ti — hago una mueca de dolor y ahí se da cuenta — ¿Estas chimuela? — pregunta mirándome fijamente, cierro la boca   

— No — respondo con rabia  

— Anastasia chimuela, Anastasia chimuela — canta mientras se aleja riendo   

Esto no se quedará así, Teodoro imbécil. 

Y seguimos con esta historia.

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