EL SECRETO DEL ESPOSO DESPRECIADO
EL SECRETO DEL ESPOSO DESPRECIADO
Por: Jeda Clavo
Prefacio

Prefacio

Dos años antes

Día de la boda

«Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre, puede besar a la novia». Declaró el oficiante.

Benjamín se acercó para besar la boca de su novia, pero esta la apartó en un gesto de irritación.

Enseguida los medios les empezaron a tomar las fotografías, la gente corría de un lado a otro y minutos después los titulares de la prensa digital y escrita no se dejaron esperar.

«El yerno de los Celedón es un don nadie ¿En verdad pretenden hacernos creer que fue la fea quien dejó la relación con los Anderson? Las primera noticias fueron ciertas, a ella no me quedó otra opción, si no casarse con un inútil».

Benjamín observó la noticia, mientras su suegro se acercaba.

—Les reservé un hotel para la noche de bodas, pero para pagarla, debes limpiar primero todas las habitaciones del piso superior, ¡Tú verás si la quieres! —expresó el hombre con malicia.

Benjamín suspiró con impotencia, pero al final no le quedó más alternativa, si no cumplir las instrucciones de su suegro, no quería que su esposa se resintiera con él, además, por los momentos no le quedaba otra, si no la de ser un yerno mantenido.

Diez días antes 

El hombre abrió la prensa y la sonrisa que tenía en el rostro se congeló al ver el anuncio en primera página.

«¡Última hora!  El nieto mayor de la familia Anderson, la segunda más importante del país, ha roto su compromiso con la princesa de la familia Celedón, dicen los rumores que Paolo Anderson la despreció por tener su rostro desfigurado. La cara de la chica se convirtió en una monstruosidad, después de que alguien le arrojara ácido».

—¡Esto es inaudito! ¿Cómo se atreven a romper el compromiso con mi hija? Y de esta manera ¿Quiénes se han creído estos desgraciados? Esto es una ofensa, nos harán el hazmerreír de todo el país ¿Quiénes son los Anderson para tratarnos de esta manera? —pronunció el hombre sacudiendo el periódico con rabia.

—¿De qué estás hablando Genaro? ¿Cómo que la familia Anderson rompió el compromiso? —interrogó Estela sin poder ocultar su expresión de absoluta conmoción.

—Lo que escuchas mujer. Ve por ti misma, no va a haber boda, la familia Anderson ha roto el compromiso con Ana Sofía, después de tres años se niegan a continuar cualquier relación con una mujer desfigurada ¿Sabes lo que eso significa?

—¡Nuestra familia está acabada! La unión con los Anderson nos iba a dar un mayor estatus social y ahora no tenemos, sino solo dinero ¿Qué haremos con una hija inútil que ningún hombre de bien la querrá? —espetó con desprecio la mujer—. Ya veo a todas esas mujeres en el club señalándome y haciéndome objeto de burlas… ¡Por Dios! ¡Mi vida está acabada! ¡Destruída!

—Disculpe señor, podemos contrarrestar esa noticia—mencionó el asistente.

—¿Cómo? ¿De qué manera? ¡Estamos jodidos! ¡Seremos la burla de la sociedad de Villa Madera! —expresó el hombre pasándose la mano por la cabeza.

—Aún no están pedidos, vamos a correr el rumor de que la señorita Ana Sofía se ha enamorado de otro hombre y… —el asistente fue interrumpido por la mujer.

—¿Y dónde vamos a conseguir a un hombre que se quiera casar con una mujer como ella? Solo un pobre hombre sería capaz de fijarse en un monstruo como Ana Sofía —pronunció Estela despectivamente.

—¡Ya basta Estela! Te recuerdo que de quién te expresas de esa manera es nuestra hija —espetó Genaro molesto.

—Señor, hagamos una convocatoria laboral y allí le escogeremos un marido a su hija, después diremos a la opinión pública que ella se ha enamorado locamente y celebraremos una boda por todo lo alto, previa suscripción de un contrato matrimonial por tres años —mencionó el asistente sintiéndose satisfecho por su propuesta.

—Mi hija no lo aceptará, no es una mujer sumisa… si había aceptado casarse con el mayor de los Anderson, es porque ese compromiso estaba pactado cuando ella era una chiquilla y solo se estaba limitando a cumplir con la palabra empeñada, la conozco… no aceptará a nadie más.

—¡Lo hará señor! Solamente dele lo que ella más quiere.

—Trabajar en proyectos de la empresa —respondió el hombre.

—¡Entonces será eso!

—¡Ella debe aceptar! No estoy dispuesta a ser el hazmerreír de la ciudad. Preparen todo, yo me encargo de que Ana Sofía se case.

 

Tres días después

—Señor Genaro, todo está preparado, los hombres seleccionados están en la sala de juntas esperando las instrucciones —indicó el asistente del CEO.

—Recuerda que no es necesario que sea bien parecido, solo debe ser alguien maleable, que obedezca las órdenes sin poner ninguna objeción, no quiero alguien que el día de mañana saque las garras y se quiera hacer con la fortuna de mi familia. Que acepte vivir en nuestra casa y que su hijo se apellide Celedón, no deseo alguien influyente, porque después de todo con mi hija fea, no creo que nadie quiera cortejarla, ni siquiera decir contraer matrimonio —respondió el rico magnate con decisión.

—Porque mejor no viene y usted mismo le da una ojeada a cada uno, sería mejor contar con su opinión —expresó el hombre.

—¡Está bien! Iré solo a la habitación contigua, para verlos a cada uno a través del cristal.

*****

Benjamín respiró profundo, deseando poder salir airoso de esa situación, esperaba que su entrevista fuera satisfactoria y poder demostrar sus habilidades, para ocupar la vacante, su madre preocupada por su situación, se encargó ella misma de buscarle la empresa y le dio la orden de presentarse allí. Comenzó a recorrer el pasillo, tratando de ubicar la puerta que le indicaron, abrió varias oficinas y salas, pero ninguna era la indicada.

Estaba a punto de darse por vencido, hasta que un hombre salió y le preguntó a donde iba.

—¿Viene por la entrevista?

Benjamín se arregló los lentes, titubeó por un momento, y terminó asintiendo con la cabeza, hacer eso, era más difil de lo que pensaba.

—Por favor, venga y acompáñeme —ordenó el hombre y él lo siguió.

A partir de allí, no sabe cómo ocurrió todo, lo entrevistaron como tres veces, le hicieron una diversidad de preguntas, trató de responder cada una como sabía que a la gente le gustaba, después se sentó en una sala contigua, recostado de la pared, a esperar el veredicto, que sería dado en unos minutos.

*****

—Señor, esos son todos, ¿Cuál va a escoger? —interrogó el asistente.

Genaro observó una vez más a cada uno de los candidatos y posó su mirada en el más alto, con lentes, cejas pobladas, el menor atractivo y que se veía más sumiso.

—¡Ese de allí! Él que está recostado de la pared, el menos atractivo y más tímido de todos, ¡Ese será el esposo de mi hija! Porque necesito un yerno sumiso a quien pueda dominar —señaló el hombre sin dar réplica a ninguna discusión.

El asistente caminó junto a Benjamín y le entregó el contrato, 

—Tenga, firme aquí, la duración del contrato es de tres años —manifestó el hombre.

—¿Me permite leerlo antes de firmarlo? —interrogó Benjamín.

—Tiene cinco minutos para firmarlo.

Benjamín lo revisó y leyó con rapidez, se trataba de un contrato matrimonial, iba a negarse cuando recibió un mensaje de texto.

«Debes ocultarte muy bien, porque esa gente van tras de ti». 

Después de leer el mensaje de texto, firmó sin dudar.

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