Capítulo XXI: La ausencia del ruiseñor

Estaba segura que el ruiseñor ya no volvería a mí, esta vez lo había perdido. 

Pero de las siguientes palabras que mi mamá mencionó, abrieron mis esperanzas. 

—Está delicado. Se quedará toda la noche con el veterinario y mañana podemos ir a ver cómo está y tal vez podamos traerlo a casa.

Asentí ligeramente. 

Entramos a la casa, mi madre me abrazó. 

—Lo lamento —besó mi frente —Todo esto terminará pronto 

—¿Cuándo? —la miré —Yo ya no puedo más mamá

Mi mamá retiró los cabellos que caían y cubrían un poco mi rostro —Ten paciencia y aguanta un poco más ¿sí?

Esa frase "un poco más" era subjetiva, podía durar unas horas o años, yo no sabía si ten&ia

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