Una mañana nos fuimos Claudia y yo paseando hasta el bar donde yo trabajé, cuando entramos, mis compañeros y mi jefa se acercaron a mi abrazándonos, pero toda la alegría se esfumó cuando escuchamos cerrarse la puerta del bar viendo entrar a Liam y a sus amigos.
— Vamos al almacén, allí estaremos más tranquilas – me dijo mi jefa
— Hola Andrea ¿cómo estás? — me preguntó Liam que se había acercado donde estábamos todas.
— Estoy bien, gracias — le dije dándole la espalda marchándome con mi jefa
— “”Andrea”” ¿Es mio? — me gritó Liam
Me gire poniendome enfrente suya mirándonos a los ojos
— No hay nada en mi que sea tuyo, ¿te queda claro? — le dije
— Andrea yo, lo siento de verdad, aún no me he casado, no puedo casarme con Priscilla, por favor dime ¿es mío ese niño que llevas en tu vientre? — preguntó
— Es de otro y si me perdonas, no he venido para hablar contigo, si no para saludar a la gente que de verdad me ha querido — le dije dándole la espalda marchándome
Una semana después,