Los dos nos fuimos de mi casa hasta la calle, donde David tenía su coche, puso mi equipaje en el maletero abriéndome después la puerta del vehículo como un caballero. Ya en marcha, le dije en qué residencia estaba mi abuela, al llegar bajé yo sola entrando en el edificio dirigiéndome a la habitación, entré viendo a la enfermera acomodandola en el sillón que tenía.
— Hola abuela, ¿cómo está? — pregunté, pero no me contestó
— No te preocupes Andrea, hoy no conoce a nadie — me dijo la enfermera
— Tengo que irme un par de días fuera, ¿me llamará por si surge cualquier eventualidad? – le pregunté
— Claro que si mi niña, vete tranquila cualquier cosa yo misma te llamaré — me dijo
— Abuelita te quiero, — le dije, pero no me dijo nada
Subí al coche de David cayendo una lágrima por mi mejilla, dándose cuenta enseguida David
— ¿Cómo está? — preguntó
— Va a dias, pero me duele verla asi de esa forma — contesté
Cuando llegamos al aeropuerto, pude ver el avión privado de David quedando impresiona