Mis deseos son sagrados

La asistente bajó del coche, el CEO hizo lo mismo y le entregó las llaves a su valet parking, el hombre metió una de sus manos en su ajustado pantalón, en la otra llevaba su portafolios, él fue directo a su ascensor privado mientras que Romina tomó el de los empleados.

La asistente se quedó unos momentos con la secretaria, ella estaba cuadrando unas citas que le había programado a su jefe, estaba asustada de entrar en la oficina pero no le quedaba más remedio, todavía faltaba una hora para salir del trabajo, ni modos que se quedará afuera escondiéndose, así que entró a la oficina.

El lugar le parecía más oscuro que de costumbre, miró hacía la silla del escritorio y él no estaba sentado ahí, se preguntaba si se había marchado volando por la ventana como un endemoniado vampiro hasta que sintió como era tomada por la barbilla con dos de los dedos del hombre.

— Quiero que sea está la última vez que me confronta, señorita Palacios, lo que digo es órden, lo que pido es ley, lo que deseo es sagrado, y si yo digo que mi hijo es un ángel, eso es y punto.

El toque de las varoniles manos de su jefe, su aliento a menta mezclado con whisky o su penetrante mirada verde agua, Romina no sabía bien que, la hicieron estremecer, por supuesto que sentía ganas de salir corriendo de ese lugar, pero todavía no había Sido despedida y tenía esperanzas de conservar su tan necesitado trabajo.

— Es...está bien, si usted dice negro, negro será — ella temblaba como un tierno conejo cerca de ese hombre.

— Buena chica... por el día de hoy ya no la necesito, puede irse a su casa, avise a quien tenga que, que en cualquier momento puede salirle un compromiso conmigo o con alguno de los clientes o socios, digo, si es capaz de desempeñar su trabajo profesionalmente, también puede preguntar cómo estar al pendiente de las necesidades de su jefe, no había tenido que cargar mi propio portafolios por años... — el sarcasmo era el lenguaje preferido de ese apuesto demonio.

— Me... iré a casa, hasta mañana, CEO Diamantis — la mujer tomó su bolso y salió como un venado que está a punto de ser alcanzado por una bestia salvaje.

En el hospital Daniela se alegró tanto al ver llegar a su madre, la niña no había querido comer hasta que Romina llegara, la madre pidió un caldo de pollo con verduras para su hija y ella misma se lo dió.

— Te extrañé mucho, mamá, ¿cómo te fué en el trabajo.

— Me fué excelente, cariño, mamá es muy buena en su trabajo, solo que hay un CEO que es como un demonio — la madre hacia las manos como garras para que la niña riera.

— Mamá, si ese CEO demonio te molesta, dale duro con la zapatilla, no dejes que te coma, solo tengo una mami — madre e hija rieron divertidas, eso era bueno por qué a la niña todavía le faltaban algunos estudios más.

En la mansión Diamantis Darriel observaba desde la ventana de su habitación, como los sirvientes sacaban toda la ropa y pertenencias de su madre para subirlas a un vehículo.

El CEO llegó en su Maybach a toda prisa, debía hablar con su pequeño y explicarle la situación, mientras Nathaniel entraba a la casa el niño bajaba las escaleras.

— Papá, ¿en dónde está Araceli? ¿por qué los sirvientes se están llevando sus cosas?

— Darriel... Araceli ya no vivirá más en la mansión Diamantis, ella... no es tu verdadera madre, me mintió, nos mintió a todos — el CEO estaba esperando la respuesta del niño.

— Ya lo sabía, ella no quería al pequeño Darriel, ella no podía ser mi mamá verdadera, mi amiga Daniela dice que las madres son amorosas y buenas — el niño cruzó sus bracitos y frunció el ceño, se parecía tanto a su padre, una versión pequeña de él.

— Lo siento mucho, Darriel.

— Que importa, te tengo a ti, eres mi padre verdadero, mira, eres igual a mí — el niño encaminó sus pasos a la escalera, lo que dejó sorprendido a Nathaniel.

— ¿A dónde vas? ¿no quieres seguir hablando con papá?

— Voy por mi laptop, desde hoy comenzaré a buscar a mamá, ella si va a querer al pequeño Darriel, papá, quiero encontrar a mi verdadera madre, ¿me ayudarás?

— Te ayudaré, la vamos a buscar con todos lo recursos que tengo.

— ¿Lo prometes?

— Lo prometo, te voy a regresar a tu madre sin importar qué.

— Está bien... papá, no dejes que esa mujer vuelva aquí, Araceli no es una buena mami, ella no me trataba bien.

Nathaniel era un hombre frío, insensible, perverso y hasta cruel, pero su debilidad era su hijo, escucharlo decir que había sido maltratado por la que decía ser su madre, lo ponía mal.

La cocinera llevó una merienda para el niño prodigio a su habitación, el padre fue a su despacho y pidió un café, ambos estaban ocupados en su búsqueda, hasta que el CEO fue más práctico, el llamó a su detective privado de confianza, necesitaba saber quién era la verdadera madre de su hijo y como era que se había podido desprender de él.

Después de haberle tenido que decir la verdad a su pequeño, el CEO respiró tranquilo al ver que el niño ya presentía que Araceli no era su verdadera madre y que en lugar de tomarlo a mal, lo tomó como una oportunidad para encontrar a su verdadera madre.

Darriel estaba seguro que su madre verdadera si lo amaría, ahora se había propuesto encontrarla, pero al CEO le preocupaba que ella lo hubiese abandonado por qué no lo quería en su vida, él no quería que su hijo sufriera.

— Esa es toda la información que tengo, haga lo que pueda con eso, quiero saber cuánto antes quien es la madre de mi hijo — la orden del CEO retumbó en el despacho, pero si el hombre pensaba que había tenido ya bastante por el día de hoy, estaba equivocado, apenas el detective cruzó la puerta del despacho para salir, su padre, el gran CEO Lorenzo Diamantis entró, él había venido desde América para ver a su hijo y su nieto

— ¡Padre! ¿qué haces aquí? ¿por qué no me avisaste que llegabas hoy? habríamos ido por ti al aeropuerto... pasa, siéntate, ¿dime a qué debo el honor de tu visita?

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