El perverso CEO

— El gusto es mío caballeros, empecemos entonces — en la mesa de enfrente estaban los cuatro asistentes de los empresarios, ellos estaban listos y muy bien preparados para proporcionar información relevante para sus jefes.

Los cuatro hombres pronto pidieron unos contratos con cláusulas que debían revisar, ellos al tener el documento en la mano vieron que el mismo Nathaniel sacaba de su portafolio el mismo contrato, ¿es que el no tenía asistente?

De pronto la hermosa Romina llegó con su iPad, ella llamó la atención de todos los varones allí, fue cuando el Nathaniel se aclaró la garganta que los empresarios volvieron la vista a la cláusulas.

— ¿Ustedes... son los asistentes? preguntaba ella a los apuestos hombres de traje que acompañaban a sus jefes.

— Si, lo somos, siéntate aquí, así si tú jefe necesita algo tu podrás proporcionarselo, ¿quieres un café o una limonada? — Ryan, uno de los asistentes fue amable con ella y la hizo sentir menos incómoda.

Nathaniel le lanzó una fría mirada a la mujer, era posible que ella sedujera a los asistentes de los otros empresarios apenas acabando de llegar, ¿esa mujercita acaso estaba siendo coqueta? Romina se puso un poco nerviosa.

— Yo... una limonada está bien — al cabo de unos minutos Romina saboreaba el refrescante líquido, ella como todos estaban pendientes de las necesidades de los CEOS, la asistente vió como estaba de serio y profesional su malhumorado jefe, no se le pasaba nada que tuviera importancia, era por eso que la reunión se alargó de más.

— Creo que hemos terminado con este contrato, hemos hecho un gran avance aquí, nos reuniremos pronto para discutir la obra del centro de la ciudad, ese centro comercial se está demorando mucho — El CEO Collado pidió a su asistente guardar sus cosas a su asistente, lo mismo s hicieron los otros tres, solo Nathaniel no, el parecía no confiar completamente en la bella chica que evidentemente era su asistente.

— Por cierto CEO Diamantis, su asistente es muy hermosa, lo felicito por su buen gusto, ella tiene buenos modales — el CEO Mariatto dijo sonriendo y se fué junto con todos, solo Romina se quedó sentada esperando la orden del perverso jefe que tenía.

— Señorita Palacios, ¿espera una invitación para irnos del restauran? — Nathaniel dijo con voz dominante, Romina casi escupe la limonada del susto, se puso de pie, tomó su bolso y su iPad para ir detrás de él, ella guardaba su distancia porque ese hombre no la llevaría de vuelta en su coche, la mujer buscaba un taxi con la mirada cuando él volvió a hablar.

— Señorita Palacios, no tengo todo el día, suba al auto para poder marcharnos, usted me hace perder mucho tiempo y el tiempo es hora para mí.

Oh, si, enseguida voy — la mujer subió con nervios de no ensuciar el impecable coche, pero subió a la parte de atrás cosa que enfadó al hombre.

— ¿Usted... usted se ha pensado que soy su chófer? !baje de ahí y siéntese a mi lado que no muerdo! — Nathaniel tenía los nudillos blancos por apretar el volante, esta mujercita lo exasperaba, pero tenía que darle por lo menos tres días de oportunidad para quedarse con el empleo.

El aire en el interior se volvió muy espeso, Romina apenas podía respirar, las calles estaban llenas de tráfico y el impaciente hombre maldecía de vez en cuando, parecía que le molestaba mucho que ella estuviera en su auto.

— Lo del otro día en el jardín de niños... esas cosas pasan, son niños después de todo...

— Copiar a un compañero no es normal, señorita Palacios, debería hablar con su hija para que no le de esas ideas a mi hijo.

— ¿Cómo sabe que lla lo propuso? pudo haber Sido su hijo quien tuvo la idea, ¿no ha pensado en eso? Daniela nunca antes había copiado nada.

— Tampoco mi hijo, pero como yo soy el que lo educa puedo decir que pudo ser la mala influencia de su hija, solo pídale que no vuelva a suceder.

Romina se sintió ofendida, por fortuna ya estaban llegando a la oficina y podría bajar de ese asfixiante coche, pero antes de bajar ella dijo.

— Mi hija es lo suficientemente inteligente como para hacer las cosas por si misma, así que debería usted pedirle a su hijo que no se vuelva a repetir... — Romina pensó que después de responderle ese hombre se la iba a tragar con esa fría mirada verde agua y que la iba a despedir, hasta ahí había llegado su fabuloso trabajo.

Pero Nathaniel solo la miro a la mujer con desprecio, dio la vuelta.

Al ver que la mujer seguía de pie frente a él, encaminó sus pasos hacia la puerta, ella lo siguió, tomó su tablet y apresuró su andar, más cuando llegó al elevador personal que tenía exclusivo para él, el hombre no detuvo la puerta para que ella entrara, Romina debía tomar el elevador de empleados.

La asistente se puso roja de la vergüenza, la secretaria no dijo nada pero al ver la escena sintió pena por la nueva chica, el CEO la ignoró por completo sin dedicarle una sola mirada, ¿de que estaba hecho él? se preguntaba Romina, ¿acaso era un demonio?

— Debí suponerlo, este hombre es tan arrogante, parece un demonio, tiene un aura tan fría y atemorizante — Nathaniel al contrario de lo que pensaba había hecho molestar a Romina, ella respiró tranquila al no tener que compartir elevador con él, solo imaginarse estar juntos encerrados en un lugar tan pequeño, eso la hacía estremecer de pies a cabeza.

Ella iba saliendo de la compañía cuando vió al CEO salir en su lujoso coche manejado por el chófer, el encargado de seguridad dió un recado a la asistente.

— El CEO Diamantis dejó dicho que tomara un taxi al restaurante de mariscos que está frente al mar, el Océano Blue, que no se le ocurra demorarse.

— ¡Este hombre no respeta mi trabajo! aquí en la tablet no aparece esta reunión, creo que está tratando de sabotearme.... Claro, enseguida tomaré un taxi para llegar a la reunión — dijo Romina al guardía, sentía que sus capacidades y conocimientos estaban siendo desperdiciados al ser solo la asistente de un malhumorado CEO, ella había trabajado antes para una buena compañía en dónde aprendió mucho, pero la enfermedad de Daniela la obligó a renunciar y así estar pendiente de la pequeña.

Nathaniel llegó imponente, impecablemente vestido con maletín en mano, los cuatro CEOS que estaban en la mesa se levantaron para recibirlo.

— CEO Diamantis, es bueno encontrarnos de nuevo, la reunión de hoy será muy enriquecedora, hay varios proyectos a tratar — Dijo el CEO Collado, un respetable empresario del país.

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