— No te enfades cariño, te prometo que no volverá a pasar más — me dijo
— Si tienes la polla dura por mirarme desnuda, es tu problema no el mío — contesté
Erik acarició mi pecho con sus nudillos, mientras nos mirábamos fijamente, acercó sus labios mordisqueando mis labios.
— Te quiero Katia, te amo mucho cariño y te deseo aún más.
Por la noche nos reunimos sentados delante de una hoguera que hicieron los chicos, nos contamos historias de hospital, cosas de nuestra vida, mientras reíamos, bebíamos y mucho. De pronto Erik se puso detrás de mí cogiéndome los hombros con sus manos. Mery se acercó a mí riendo lamiéndome los labios mientras acariciaba mis pechos con sus manos. Estaba tan bebida, que no me daba cuenta de lo que pasaba o estaba a punto de pasar.
Al día siguiente me desperté con un fuerte dolor de cabeza, desnuda con el brazo de Erik rodeando mi cintura mientras me miraba.
— Buenos días dormilona — me dijo
— Buenos días — contesté sonriendo
— ¿Dejarás que alguna vez Li