No puedo mentir diciendo que esas pocas palabras enviadas por un simple mensaje insignificante no me afectan, hecho está que en verdad me duele leer aquello. Ya que, a pesar de que tenga un enojo inmedible hacia su persona, si su objetivo con ese breve comunicado fue hacerme sentir culpable o aunque sea un poco mal, lo logró.
Pero, de todas formas, trato de no torturarme tanto y disfrutar el día que tengo por delante una vez habiendo abandonado la cama a la mañana siguiente. Al salir de la ducha, veo la notificación de una llamada perdida en la pantalla del celular y revisándola, logro saber que había sido emitida por un número desconocido, detalle que hace que ignore tal hecho y me dirija a la facultad sin dar más vueltas.
Del resto del día conviene ni dar detalles, mi rutina me deprime hasta a mí misma. Una mañana de cuatro horas de anatomía con un profesor que duerme hasta al